Sara Pecina, habitante de ejido 4 de marzo: "yo aquí nací y hasta que me lleven al panteón"

A pesar de que el ejido está abandonado y no tienen empleo, la mujer de 75 años es una de las habitantes que se resisten a dejar el lugar.

Sara Pecina Martínez, habitante del ejido 4 de marzo. l Roberto Amaya
Lilia Ovalle
Torreón, Coahuila /

Sara Pecina Martínez nació en el ejido 4 de marzo, en Parras de la Fuente, Coahuila. Tiene 75 años de vida y dice que ella se quedará en el panteón del pueblo, aunque sus hijas y sus hijos hace décadas que abandonaron el sitio.

“Cuando nos enfermamos tenemos que pagar para que nos lleven con un doctor, toda mi vida he vivido aquí; aquí nací, aquí me casé, aquí me crié, nomás que mis hijos todos se fueron pa’ Saltillo. Yo tuve tres mujeres y tres hombres. Nosotras ya estamos acostumbradas pero mis hijos me dijeron que aquí no la hacían y se fueron. A mí me gusta mi pueblo, yo aquí nací y aquí estoy hasta que me lleven al panteón. Aquí es mi propiedad”.


Cada familia tiene un celular, aunque no sabe usar el internet


Aunque no sabe usar el internet, dice que tiene teléfono en su casa y que cada familia tiene al menos un celular.

Durante la navidad y el año nuevo sus hijos, nietos y bisnietos llegaron a su casa, cosa que la llena de orgullo y alegría, pero sabe que es injusto pedirles que se queden en una zona marginada de casi todo, empezando por el trabajo y la educación.

Nietos y bisnietos la visitan

“Aquí cada quien tiene su teléfono pero eso de internet yo ni le sé, pero tengo teléfono de casa. Vinieron mis hijos con mis nietas que ya se casaron; ahora tengo nietos y bisnietos. Yo siempre he sido feliz aquí pero todos mis muchachos se me fueron. Aquí es muy dura la vida porque no les gusta la candelilla: mire, la candelilla van a la sierra y la cortan, la queman y por eso ellos no quieren, pero nosotros aquí vivimos tranquilos".

“Aunque pasan cosas, como cuando me enfermé del covid y vinieron por mí mis hijas, pero gracias a Dios que aquí estoy porque no me llevaron al hospital; ellas pagaron a un doctor particular que iba a la casa”, apuntó doña Sarita quien al igual que sus vecinas, piensa que el gobierno de la república hace lo que puede, como el cumplir con la pensión por la cual acude religiosamente a la cabecera municipal.

aarp


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