Ante acciones como dilación, simulación y sustitución que entorpecen los procesos de búsqueda de personas reportadas como desaparecidas, los colectivos se convierten en sustentos prácticos y afectivos.
Tadeo Luna de la Mora, responsable de Seguridad y Justicia del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría de la Universidad Iberoamericana Puebla, destacó que, ante la desaparición de personas, los familiares a llevan a cabo tareas que no les corresponden con el objetivo de encontrarlos.
En el país están registradas, al menos 220 mil 280 personas que han sido víctimas de desaparición, de las cuales, cuatro de cada diez permanecen sin ser localizadas. Del total de personas desaparecidas, en Puebla se tienen registradas dos mil 882 casos.
De acuerdo con el informe en materia de desapariciones elaborado por el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría de la Ibero Puebla, el caminar de las familias en búsqueda de un ser amado está repleto de aprendizajes sobre el derrumbe emocional, el acompañamiento comunitario y la lucha contra la inacción institucional.
La Universidad Jesuita acompaña a colectivos de personas desaparecidas, tanto en la dimensión psicoafectiva como en acciones formativas, jurídicas y de difusión. La desaparición impacta en dos momentos: la sustracción en sí de la persona y el proceso de búsqueda.
“Las afectaciones se manifiestan en el estrato psicológico, social y económico. Es así que los colectivos se convierten en sustentos prácticos y afectivos”, apuntó.
María Luisa Núñez comenzó hace cinco años a buscar respuesta a la pregunta “¿dónde está mi hijo” junto a otras personas con el mismo reclamo. Como parte de su lucha, nació el colectivo Voz de los desaparecidos en Puebla.
El 28 de abril del 2017, Juan de Dios, hijo de María Luisa, salió con sus amigos, los hermanos Vicente y Abraham Basurto, pero no regresó a casa. María Luisa Núñez inició la búsqueda de su hijo, sus amigos y de todas las personas desaparecidas.
El pasado viernes 18 de febrero, casi cinco años después, la fundadora del Colectivo Voz de los Desaparecidos fue notificada que su hijo, junto con sus dos amigos, habían sido identificados y estaban muertos.
Núñez Barojas destacó que, a desaparición fractura la vida, pero la búsqueda, de alguna forma, empodera. "Ocurre a través del coraje conjugado por el amor que cada persona siente por su familiar. Por ese amor levantamos nuestros pedacitos y nos unimos. Nunca nos caímos”.
CHM