Viajar a bordo de El Regiomontano se convirtió en una época de oro para los turistas y pasajeros de Nuevo León que presumían por el país este tren de ensueño y de primer mundo.
Los recorridos que realizaba la locomotora operada por Ferrocarriles Nacionales de México hacían sentir orondos a los regios que viajaban a la Ciudad de México e incluso a Estados Unidos, con una conexión ferroviaria vía Laredo, Texas.
El cronista Leopoldo Espinosa Benavides narra a la plataforma MILENIO-Multimedios la época de este tren de 20 vagones cuando líneas del Metro eran inexistentes, los aviones eran carísimos y las carreteras parecían veredas mortales.
“Nos sentíamos orondos porque tenía un muy buen servicio de primera y exclusivo, que presumíamos en todo el país. Nuestro propio tren, un tren muy popular, con carros de primerísima, un menú de primera con almuerzo y cena, un carro bar, donde había bebidas y botanas, y que convivíamos con nuestros amigos y familiares”.
“Tenía coches con dormitorios y alcobas, baños privados, los sillones, de noche, se convertían en camas y El Regiomontano era de primer mundo, el detonante del gusto por el turismo de los regiomontanos”, señala.
Los caminos estaban en muy mal estado, agrega, y en la Ciudad de México podrían chocar y matarse en cualquier momento por los caminos sinuosos y angostos con viajes largos y el avión con un costo de 700 pesos, por un lado, y muy escasos por el otro.
“Te subían a las 18:00 en Monterrey y llegaban a la Ciudad de México a las 09:00, exactamente cuando empezaban a abrir las oficinas e iniciaba el movimiento y llegabas muy a tiempo, hasta te boleabas y para las 10:00 ya estabas en tu destino en primer lugar”.
“El tren llegaba hasta, incluso, a Laredo, Texas, y viajabas por Estados Unidos porque ahí te conectaba con una ferrocarrilera gringa Amtrak, si mal no recuerdo, que te llevaba hasta Nueva York”, recuerda Espinosa Benavides.
El cronista y ex político nuevoleónes relata que candidatos a gobernador, presidentes y artistas abordaban El Regiomontano por el recibimiento que la gente regia les daba, tras la ruta Ciudad de México-San Luis Potosí-Saltillo, y arribar a La Sultana del Norte.
“En el caso del entonces candidato a gobernador, Alfonso Martínez Domínguez, él se venía en automóvil o avión y en Saltillo se subía para llegar al tren. Eran toda una tradición las recepciones o cuando llegaba el presidente o una figura del cine, iba mucha gente a la estación”.
“El avión costaba como 700 pesos y éste (el tren) nos costaba ciento y pico de pesos, no había comparación en el precio, era muy accesible para la clase media y alta también, eran más de 20 vagones”, indica.
Lo doloroso vino cuando después de 37 años, la locomotora echó su última fumarola.
“En 1997, dolorosamente nunca se nos va olvidar esa fecha, cuando leímos en el periódico que desaparecía El Regiomontano, ya los vuelos aéreos se abarataron, las carreteras mejoraron, hubo una masificación de vehículos particulares y eso fue mermando el pasaje, agarraban el vuelo a las 07:00 y para las 09:00 ya estabas en la Ciudad de México, en el año 1997 esto se vino abajo”.
“Fue una época de oro para los que nos gustan los viajes, nos íbamos en El Regiomontano a México y había una interconexión y te ibas hasta Acapulco o cualquier lugar del país. Había comida caliente, huevos con machacado y los lonches no fallaban, fueron 37 años que nos duró este tren”, finaliza.
nrm