El plato de barro fue la base perfecta para que cada uno de los postres y dulces que realizaron las y los participantes de la edición 42 de la Muestra Gastronómica de Santiago de Anayase expusiera con honor.
Fue así como concluyó el evento gastronómico más importante del estado, este domingo con cientos de personas que disfrutaron de esta experiencia única que ofrece este municipio hidalguense año con año, que ha logrado que esta tradición que se vive y siente, lleve a la mayoría de los participantes a vivir su infancia, a recordar a sus madres y abuelas que, junto al fogón, les contaban historias y les pasaban las recetas con solo ver la dedicación que ponían en cada platillo.
Algunas participantes
Angélica Hernández hizo un pay de xoconostle para participar en el segundo día de este evento gastronómico. La base es de galleta con nuez y mantequilla para colocar encima una mezcla de leche, queso y grenetina, así como un poco de mermelada de xoconostle que es el punto medular de este postre que, después de unas horas en el refrigerador, queda con un sabor único, fresco, dulce, que abraza a quien lo prueba.
“Es la primera vez que participo en la Muestra Gastronómica con un postre y, aunque es difícil que gane porque hay muchísimos postres más, seguiré insistiendo en este pay, porque sé que es espacial”, indicó.
Por su parte, Emma Hernández participó con una gelatina de higo, siendo la primera vez que la realiza y aprovechó que en el jardín de su patio hay un árbol de esta fruta que desprendió sus frutos para ser parte de la historia de este evento gastronómico.
“El higo es saludable, así que hice una prueba antes, pero también hice atole de higo y sé que es un sabor que gusta a muchos. Ya extrañaba esta muestra y me encanta venir acá, porque hay mucha gente, aprende uno de todas y hay mucha música, además de que puedo compartir un poco de mi pay, que sé que algún día ganará”, indicó durante este evento, aunque ambas, por separado, saben que parte del gusto por experimentar con los productos que tienen se lo deben a sus mamás.
Cocina y sueños
Brígida Pérez recuerda que, desde los 7 años cocinaba junto a su mamá. Sus canas se asoman, y son las mismas que se trenzan con un listón azul que cae sobre el bordado de su blusa que ella misma elaboró.
Dice que la cocina siempre fue su mundo “y nunca me mandaron a la escuela y no sé leer ni escribir, pero sé que con mis guisos, el empuje que llevo de mi madre, logré que todas y todos mis hijos fueran a la escuela y ya una hija es ingeniera, y me siento orgullosa de todos”, dice.
Hoy vivo con mi esposo, me gusta cocinar con quelites, nopales, gualumbos y de todo, pero también se hacer atole de masa, de trigo, atole de cacahuate, y en esta ocasión hice atolito de maíz que gustó mucho y solo sé, que en cada cosa que hago doy mi corazón, y también está el de mi mamá”, expuso.
Entre la música de banda y los bailes regionales, cientos de personas caminaban en cada pasillo, en donde las mesas que se colocaron se enfilaban para que cada uno de las cocineras y los cocineros expusieran sus postres, entre flores de vistosos colores que también adornaron los postres que se hicieron con garambullo, con los frutos del mezquite, con piña, coco, xoconostle, calabaza y otros frutos y flores que se dan en esta región, y que le dan vida a Santiago de Anaya, que encierra su sabor y la magia de sus platillos en esas ollas, jarras o platos de barro, que serán siempre parte esencial de la magia que encierra este patrimonio gastronómico de Hidalgo.
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