La noche previa al Día de Muertos, la calavera de Capula recorre las calles de este poblado enclavado en los cerros que rodean la cabecera municipal de Sultepec. Acompañado de sus fieles seguidores, este cráneo anónimo visitará las casas en las que durante el año la muerte se hizo presente llevándose a algún ser querido; por ello, los anfitriones le preparan un altar para ser recibido y una fiesta a la que todas las personas están invitadas.
Nadie tiene el dato exacto de cómo inició esta costumbre, pero de los dos cráneos uno tiene más de 400 años de antigüedad, lo que indica que la tradición podría tener al menos ese tiempo, mientras que el otro -que actualmente está más completo- debió ser de una persona que murió en el siglo XIX. Con los años y ante el desgaste del cráneo más antiguo, el que tiene menos tiempo ha tomado el lugar de honor en los recorridos y en la fiesta que se da ese día en el antiguo pueblo minero de Capula. La calavera acumula cada año una capa nueva de cera debido a la vela que deberá llevar prendida durante toda la noche.
A partir de las 9 de la noche los vecinos que la acompañarán se dan cita en la capilla de la Santísima Trinidad; ahí, los mayordomos asignados para esta fiesta sacan los cráneos de una gaveta cerrada con llave, para saludarlos y mostrarlos a la gente que se congrega para la larga caminata que durará toda la noche visitando a los hogares donde hubo defunciones, así como tres capillas: San Nicolás, de Los Remedios y de la Santísima Trinidad, templos en los que las campanas suenan toda la noche para guiar a las almas que regresan.
Los acompañantes pasarán a diferentes casas para pedir comida y bebidas con la letanía: “una guayabita, una naranjita, una cañita, un platanito, una manzanita, un chayotito, un pancito, un cabito de cera pa´ nuestros hermanos, que se viene quedando oscuro; tantita agüita del rincón pa´ los que están doblando en Capula, San Nicolás y los Remedios”.
En las casas, donde sus habitantes han puesto altares llenos de flores, comida y velas, se recibe a los visitantes con hospitalidad, invitando a todo aquel viajero a que coma y consuma chocolate con leche o bebidas más fuertes, como mezcal o tequila.
Además se incluyen regalos para los mayordomos que llevan a la calavera en su recorrido por las calles del pueblo: carne preparada, pan, mezcal, tequila o licores de sabores de la región, que son guardados en costales que la gente va cargando y al final del recorrido se reparten entre los que lograron terminar la caminata nocturna que dura casi 10 horas.
El ritual termina cuando la calavera regresa a la gaveta, donde será resguardada durante otro año, esperando el día en que pueda volver a salir y convivir con sus amigos de Capula. Y así, con respeto, se despiden los mayordomos de este cráneo al que le llaman hermano.
RARR