El desabasto en Jalisco continúa, y las filas en las gasolineras que surten constantemente combustible, al menos en el Área Metropolitana, parecen hacerse cada vez más largas.
A todas horas y en todas las zonas. Cientos de ciudadanos dedican no poco tiempo de su día a esperar para, con suerte, llenar el tanque de su vehículo, aunque la mayoría de las gasolineras del centro del área metropolitana, sobre todo en el centro y poniente, han limitado su venta de hidrocarburo a determinados litros.
Este sábado por la mañana uno de ellos fue Mónica, quien apurada se levantó de la cama para salir temprano en busca de una que estuviera en servicio. Pasó por tres hasta que, ya lejos de casa, se encontró en 8 de julio con una fila para llegar a la estación de Washington y la calzada Independencia, a la que se unió sin pensarlo dos veces. Estuvo alrededor de una hora y media formada, el celular y un libro fueron su compañía en la espera.
Durante este tiempo, pudo atestiguar cómo la paciencia y la cooperación parecen haberse convertido en los últimos días en unas de las cualidades que los tapatíos mejor han sabido desarrollar.
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Los ciudadanos se organizaban para preservar la fila y el orden en las inmediaciones de ésta, mientras que los empleados de la mencionada estación de servicio se limitan en la entrada a indicar al cansado pero feliz automovilista por estar a unos pasos de la nueva y tan esperada gloria, de qué bomba recibirá su anhelado combustible.
Una copiloto que estaba en la línea para llegar a la mencionada gasolinera se bajó del coche y caminó 1 kilómetro hacia un crucero cerca de esta estación para vigilar que aprovechándose del espacio que los autos dejaban para el paso, algunas personas se metieran. “He sacado ya como a 15, se están mete y mete y los de la gasolinera no les dicen nada, ni coordinan. Me vine a checar para agilizar porque todos tenemos prisa”, contaba, mientras cerca de donde ella estaba iba pasando un joven ofreciendo en venta aguas de sabor en las ventanillas de los coches. “Este no es mi mercado, yo vendo comida por aquí cerca, pero hay que aprovechar las oportunidades”, confesó amablemente.
En tanto otro automovilista apoyaba con señas a quienes querían cruzar y su visibilidad se veía impedida por la fila. Y es que parece que se necesita que sucedan situaciones extraordinarias para que en algunos seres humanos salga a flote la solidaridad.
Cuando por fin las agujas del automóvil comienzan a subir, viene el alivio temporal. "Duré casi 2 horas formada, cada que avanzábamos respiraba porque ya no me quedaba casi nada y me daba miedo no poder llegar, pero ya me voy con gasolina”, contaba Andrea mientras le surtían 25 litros en una gasolinera ubicada en Washington y la calzada Independencia.
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Poco después de que ella saliera de la fila, a otra estación de servicio, en Alemania y Calzada del Águila, llegaba una pipa con 40 mil litros, que los propios vendedores calcularon les rendirían al menos seis horas, también ellos vendiendo 25 litros máximo por coche o 500 pesos.
Aunque la espera ahora es más larga que de costumbre para poner combustible, algunos de los ciudadanos dicen comprender la estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien a través de un mensaje de Facebook pidió a los mexicanos no desesperarse y les aseguró “que no se va a acabar el combustible”.
“Ojalá que sea para bien, confiamos en que sí, solo hay que aguantar un poco y no tratar de no depender tanto el carro”, consideraba la propia Andrea. Otra automovilista contaba cómo hace días se encontró precisamente cargando gas a un sujeto que hasta el año pasado se dedicaba al huachicoleo, lo que, añadió, le genera confianza de que “las cosas sí están funcionando”.
En tanto algunos consideran que no hay razón para entrar en pánico. “Encontré rápido y no me tardé casi nada en la fila, 20 minutos de Federalismo para acá”, dijo un joven en la gasolinera de Alemania, mientras que uno más asegura que “el truco es encontrar una donde sí sea seguro que lleguen las pipas, e ir temprano, así le echas sin problema”.
MC