Los comerciantes informales y los trabajadores no asalariados se comienzan a desesperarse por la falta de ingresos. Las calles de la Ciudad de México que recorren diariamente en busca de clientes, están vacías por la emergencia sanitaria decretada por el gobierno federal hace ya dos semanas.
A pesar del peligro de infectarse y caer enfermos, ellos tienen que seguir saliendo a trabajar arriesgando su salud y la de sus familias, para generar ingresos que, por lo menos, les den de comer. Viven al día. Y saben bien que la comida no les va a caer del cielo. Para ellos no existe un plan B.
En un recorrido hecho por MILENIO en distintos puntos de la capital, se pudo observar que, a pesar del peligro, muchos comerciantes e incluso algunos músicos y boleros, siguen intentando conseguir un ingreso con que sustentarse. Justo en el momento que sus ventas se han caído en promedio un 50 por ciento, aunque atestiguamos casos donde las ventas se desplomaron hasta 90 por ciento.
“Ganamos para el día nada más. No tenemos forma de ahorrar un centavo porque no hay ventas, no se vende nada. Pues si nos quedamos en casa quién nos va a dar de comer. Nadie va a decir... agarrar y ten pa' que comas. Entonces tenemos que salir a buscarle", dice José Guadalupe, un hombre de la tercera edad que vende jicaletas en las inmediaciones del Monumento a la Revolución. En un día previo a la pandemia llegaba a vender hasta 800 pesos, hoy dice no tiene ni 100 pesos en la bolsa.
En eso coincide Roberto Toral, un bolero que le da grasa a los transeúntes frente a una de las salidas de la estación del Metro Popotla. “Quitaron la mayoría de empleos ¿quién trae dinero para bolearse? No traen. Ayer nomás me hice una boleada en todo el día”, lamenta.
Roberto es doblemente incrédulo, a pesar de la actual situación en la que está sumergido el país y quizá el mundo entero. En primer lugar, no ve correcto que el gobierno le pida a la población permanecer en sus hogares para evitar la propagación del nuevo coronavirus.
Y, además, con cierta ironía de quien ha sido engañado antes cree que el virus no existe. Que es una vulgar invención. “No es cierto. Yo digo que no. Porque todas las epidemias, todas, por ejemplo, ahorita también se habla de sarampión y eso. Pues brota, brota. ¡Ya me agarró el sarampión! ¡Viruelas! ¿Pero esto dónde se ve? ¿Dónde se nota? Me pregunto cuáles son los síntomas, no me los explican”, suelta con cierto tono de malicia.
El hombre que pasa de los 70 años, asegura que de seguir escaseando la clientela, va a tener que recurrir a la mendicidad para poder tener algo que comer el tiempo que dure la pandemia.
“Voy a tener que... ¡no pues nadie trae dinero! ‘Regálame una monedita para un taquito", dice.
"Si no nos da el virus, de este mentado coronavirus, la corona la vamos a necesitar los que nos muramos de hambre. Porque de dónde sale pa' comer”, agrega y suelta una carcajada que casi hace que tire un paquete de galletas que compró en la mañana y que asegura será su alimento el resto del día.
La banda “Gloriosa de la Sierra” es originaria de Oaxaca y la mayoría de sus integrantes son familiares. Antes de que se impusieran las medidas de distancia para evitar la propagación del virus, solían tocar en salones y fiestas. Hoy, desesperados, tocan afuera del Metro Revolución en busca de algunas monedas.
“Ha bajado mucho y nosotros como somos músicos ahorita salones están cancelados, cerrados. Los bailes ahorita no. No hay nada pues, por eso salimos”, dice Antonio, líder de la agrupación, al tiempo de aceptar que tienen miedo de contagiarse, pero necesitan llevar comida a casa.
Antes de despedirse para interpretar el Pávido Návido, el trompetista, además confiesa que algunas personas les han increpado en la calle.
- ¿Qué les dijo?
-Que estamos arriesgando a la demás gente.
- ¿Qué les respondieron ustedes?
-No hayas respuesta. No es tan fácil responderles, porque como le vuelvo a repetir, nuestra necesidad es más grande.
EB