“Juancho” es la sensación del turismo. Nadie se va sin llevarse un recuerdo suyo, dejó a nutrias y jaibas muy atrás en el ánimo de propios y extraños.
Pero el virus vino también a zarandearlo y toda la economía que mueve el peculiar personaje se detuvo, como lo han hecho miles de empresas que viven de la actividad turística.
Quienes usan la imagen del popular lagarto que habita en las aguas de la Laguna del Carpintero resienten los efectos de una crisis que lleva ya cuatro meses y no tiene para cuando.
De los buenos tiempos solo queda el recuerdo y la esperanza de volver a recibir algún día esos miles de paseantes que mueven la economía del sur de Tamaulipas.
Desde hace por lo menos 30 años, “Juancho” ha sido el sustento de comerciantes que lo mismo lo ofrecen para comer, vestir o simplemente conservar un recuerdo de su estancia en el puerto.
Entre los más golpeados por la crisis económica que trajo la pandemia de covid-19 están los artesanos, que con sus propias manos dan forma al cocodrilo hasta dejarlo en una réplica fiel del singular animalito.
Sus ventas cayeron hasta en un 90%, llevándolos a un punto jamás imaginado, comenta Mercedes Jaqueline, comerciante de artesanías. Y es que Playa Miramar, la Aduana así como la laguna del Carpintero están cerradas al público, lo que ha dejado sin trabajo a cientos de comerciantes entre ellos los artesanos, quienes hoy en día no llegan a vender ni 50 pesos de mercancía y hasta se van a sus casas con las manos vacías.
La inversión que hicieran desde antes de la contingencia sanitaria para estar listos para Semana Santa, no podrá siquiera ser recuperada.
“Al estar cerrado es imposible para nosotros tener ventas ya que no hay turistas y la gente de aquí es difícil que nos compren algo”, subraya. Antes de la pandemia, lograban acomodar hasta 600 pesos diarios.
Alberto Ramírez, también comerciante de artesanías, dice que son momentos muy difíciles para todos los que se dedican a la venta de recuerdos, ya que al estar activa la contingencia sanitaria, los visitantes no acuden al sur de Tamaulipas.
“Tenemos bonitos recuerdos, hay muchas artesanías de nuestro famoso Juanchito, desde portaplumas, imanes, juguetes, hay de todo, menos visitantes que los adquieran, tenemos al mejor personaje solo nos falta el dinero”.
Sus proveedores también batallan.
Teresa Castro, tercera generación dedicada a la venta de artesanías, dice que la Coepris ya ha cerrado en dos ocasiones sus negocios, y al terminar el vencimiento de la notificación vuelven a abrir sus locales con la esperanza de que algo les caiga. 4
Reconoce que ni ella ni sus compañeros realizan alguna otra actividad que les permita generar ingresos adicionales y poder llevar el sustento económico a sus hogares, pues se acostumbraron a vivir del turismo solamente.
A estas alturas ya no tienen de dónde echar mano para salir avante y solo los apoyos oficiales podrían rescatarlos, pues ya hicieron de todo y las opciones a su alcance se agotaron.
El gobierno municipal de Tampico les ha prometido un ambicioso programa turístico al concluir la pandemia.
Créditos ya no quieran porque difícilmente los van a poder pagar. Elvia Holguera, secretaria de Turismo local, afirma que están trabajando de manera coordinada con el titular estatal del ramo, Fernando Oliveira, en el desarrollo de la plataforma “Conoce Tam”, con la que se busca dar a conocer experiencias turísticas.