La pequeña Ángela Livette cumple 10 meses y su crecimiento emociona a sus padres. En algún momento Samuel dudó no sólo de poder conocer a su pequeña, también de volver a ver a su esposa, Ilse, a quien el covid-19 estuvo a punto de arrancarle.
Pasó 29 días hospitalizada. De ellos, 12 intubada y así, sedada le hicieron la cesárea para sacar a su pequeña que comenzaba a tener –a sus 31 semanas de gestación– problemas para seguir dentro del vientre de su madre.
Hoy, la pequeña crece y es uno de los milagros que logró abrirse paso en medio de la pandemia y la enfermedad que parecía le arrancaría la vida a su madre.
Ilse aún padece las secuelas del covid. Casi no puede acercarse al fogón para cocinar y su esposo es quien le ayuda. Tuvo que regresar a Xochixtlahuaca, su pueblo de origen, debido a la falta de trabajo fijo en la ciudad.
“Hay días en que me levanto como si me hubiera pasado un tractor, me duele el cuerpo, tengo dolor de cabeza, me canso al caminar y me duelen mis pulmones, pero pienso, 'estoy viva' y eso es lo mejor”, externó.
Ilse cuenta que ha sido difícil enfrentarse a las secuelas que le dejó el covid-19 sin acudir a ningún tipo de rehabilitación, porque en el centro de salud de su pueblo, no hay ese tipo de atención, además de que ella tiene mucho temor de volver a contagiarse en un entorno donde las medidas sanitarias son casi nulas.
Cuando regresó, en octubre, recuerda que mucha gente dejó de hablarle, había quienes no querían ni acercarse porque pensaban, con ignorancia, que los iba a contagiar de coronavirus. Su caso ha sido también una lección para muchos incrédulos a quienes ella trata de contarles los recuerdos borrosos que tiene los 29 días que pasó en el hospital.
“Aquí parece que no pasa nada, mucha gente no usa el cubrebocas, también hemos sabido de gente que se muere y yo ya sé lo que es eso, por eso trato de salir poco y de dedicarme a cuidar a mi hija”, relató.
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Ilse llegó un primero de mayo muy grave al hospital con niveles ínfimos de oxígeno y de inmediato fue asistida con ventilación mecánica. Ya con problemas neurológicos, hepáticos y pulmonares se tuvo que enfrentar, además, a las complicaciones de una gestación inconclusa. La bebé comenzó a presentar taquicardia fetal y a perder líquido amniótico por lo que se tuvo que adelantar el parto.
Ilse pasó la última semana y media sin poder ver a su pequeña. Su esposo Samuel iba y venía desde Iztapalapa al hospital del IMSS ubicado frente al Parque de los Venados. Los primeros 12 días las noticias que recibía eran que su esposa estaba intubada. Diez días después de estar ya en terapia intensiva sin ventilación mecánica, Ilse comenzó a presentar complicaciones en su embarazo y ese día nació la pequeña. Baja de peso, pero sana.
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La pequeña no se contagió de covid-19 y pasó una semana en el hospital. Salió en los brazos de su madre, quien logró superar la enfermedad. Hoy, la pequeña Ángela Livette, cuyo nombre, según sus papás, significa vida, crece, comienza a gatear y ríe a carcajadas, esas que para su madre significan una bocanada de aire para la vida que estuvo a punto de ser arrebatada por el coronavirus.
DMZ