En Ocotlán, Jalisco, se extiende a lo largo y ancho de 7 hectáreas la obra negra de una cárcel que nunca se terminó, está ubicada a las faldas del cerro la Pitayera, con rumbo a la comunidad del Joconoxtle. El lugar, que se encuentra en abandono, habría sido utilizado como campo de entrenamiento para la delincuencia organizada. En las paredes sucias y descascaradas se pintaron letras alusivas al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y a uno de sus integrantes.
La maleza y la naturaleza se han apropiado de gran parte del inmueble semi construido. Sin embargo, hay áreas dentro del edificio en las que es evidente la constante visita de personas, por los rastros encontrados al interior como refrescos, comida, fogatas, además de latas de cerveza.
En las paredes se aprecian siluetas pintadas con aerosol que simulan tiro al blanco. En la vieja herrería de lo que serían los separos se observa la perforación de los balazos de armas de grueso calibre, así como cuartos completamente quemados que se han convertido en la vivienda de algunos murciélagos.
En las tres torres de vigilancia inconclusas se aprecian varillas de metal oxidado, y estructuras de madera que serían cubiertas de concreto, pero que ahora lucen completamente perforadas por los disparos. Aunado a los destrozos, el desgaste por el tiempo y el clima es evidente, y su apariencia es como si fuera un escenario postapocalíptico.
Se trata de un elefante blanco donde se pretendía poner en funciones el Centro Integral de Justicia Regional (Ceinjure), que tenía como objetivo desahogar el problema de sobrepoblación carcelaria registrado en 2006. El complejo se ubica a 30 minutos del centro de Ocotlán, municipio limítrofe con Michoacán.
Para acercarse a la edificación es necesario tomar una carretera de dos carriles rumbo al Joconoxtle; después, una brecha que pasa por campos de agave y otro tipo de huertas. Por la zona se aprecian las huellas de vacas, ya que el inmueble abandonado se encuentra en una zona ejidal donde la ganadería es una de las principales formas de ganarse la vida. Por ahí pasan jornaleros y los propietarios de los terrenos, quienes ven la prisión abandonada como un escenario común.
Quienes viven en los alrededores, a solo 1.8 kilómetros en la comunidad de Joconoxtle, afirman que el predio de 7 hectáreas se ha prestado para el vandalismo o la delincuencia organizada.
"No se ha visto nada de obra, y ya tiene mucho tiempo abandonada, de 10 a 15 años y pues ahorita se utiliza creo que para el vandalismo, es lo que se escucha, no me consta pero es lo que se escucha", expresa Carlos, un comerciante de la zona.
La obra se detuvo en su segunda etapa durante el sexenio del ex gobernador Emilio González Márquez, pues pese a que se tenía planeado destinar 97 millones de pesos solo se aplicaron alrededor de 30 millones, que corresponde al 30 por ciento del avance.
En 2014 se propuso que el lugar pudiera ser habilitado como centro de adiestramiento policial, proyecto que tampoco vio la luz, y en 2019 el gobernador Enrique Alfaro propuso la construcción de un hospital regional para aprovechar la infraestructura, sin embargo no hay más información al respecto.
El 18 de noviembre de 2019, el mandatario estatal publicó un video en sus redes sociales grabado en ese lugar, donde cuenta que la obra “es una historia más de las barbaridades que hicieron en el pasado. Millones y millones de pesos en inversión. Buscaba ser una cárcel, se les olvidó que a espaldas de la cárcel había un cerro y por lo tanto no tenía ninguna viabilidad y después de enterrar millones de pesos la dejaron abandonada. Vean como está. Lo que estamos platicando, a partir de las propuestas que nos hicieron, estamos viendo la ruta a seguir para que esta sea una de las alternativas para aprovechar la infraestructura y convertir esta obra en el hospital regional de Ocotlán”. Sin embargo, nunca se concretó. El Hospital Regional de Ocotlán encontró otra ubicación y se espera que este año entre en operación.
Mientras tanto, la cárcel que no fue sigue siendo invadida, acumulando basura y tiros en las paredes.
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