El cuerpo del joven de 12 años, quien falleció luego de más de tres meses de convalecencia en un hospital de Galveston, Texas, (Estados Unidos) tras resultar con severas quemaduras a causa del incendio de un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex), el pasado 18 de enero, fue sepultado la tarde del jueves en el cementerio de la comunidad Teltipan de Juárez, en Tlaxcoapan.
A las 17:30 horas se ofreció un servicio religioso en la parroquia de la Preciosa Sangre de Cristo, situada en el corazón de la pequeña comunidad.
El sacerdote ofreció un mensaje en el que llamó a la reflexión sobre el ejemplo y el cuidado a los niños y jóvenes. Su madre, al término de la misa agradeció al pueblo su apoyo tras la pérdida de su esposo y su hijo en el incidente registrado en una parcela de la comunidad San Primitivo, en Tlahuelilpan.
Entre aplausos y melodías de una banda salió el féretro con el cuerpo de Francisco, "Pancho", como le llamaban algunos amigos.
Estudiante de primer año, de la telesecundaria de Teltipan de Juárez, el adolescente cultivó muchas amistades, por su carisma, dicen quienes lo conocieron.
Decenas de amigos y compañeros de escuela lo acompañaron, portando moños blancos, globos blancos y playeras del mismo color.
Jóvenes que lloraban la pérdida de un amigo que resistió más de tres meses en un hospital con sede en Estados Unidos, especializado en atención a personas quemadas. Sus amigos y compañeros acompañaron al joven en su marcha a la última morada.
Anunciando su paso con cohetes, el cuerpo de Francisco salió del primer cuadro de la comunidad, ese que albergaba las canchas, en donde se divirtió tantas tardes.
El cortejo fúnebre, encabezado por un grupo de hombres que llevaban al hombro el féretro tomó la avenida 5 de mayo, en dónde personas, niños principalmente, aguardaban a las orillas con globos el paso del joven.
Los cohetes explotaban en el cielo, mientras el llanto se apoderaba de sus familiares.
El cortejo llegó al cruce de la calle 5 de mayo con la calle Emiliano Zapata, en donde se ubica un modesto panteón, en donde un manteado señalaba la última morada del joven, cuyo cuerpo yace cerca del de su padre, Edmundo Reyes Acosta.
La banda acompañó al cortejo en todo momento. Llegaron las palabras finales, la despedida para el joven, y sus familiares dejaron caer lágrimas y flores sobre la tumba.
En tanto, en el panteón había susurros que acusaban la falta de apoyo del gobierno federal a los familiares y la desatención del gobierno municipal a la construcción de un memorial.
Pero también las voces que exigían justicia por el hecho que ha dejado ya 136 personas fallecidas, y un enorme vacío en muchas familias de la región.