Para “Naomi”, este miércoles era un día de trabajo normal. Recibió una llamada de servicio para usuarios de la plataforma Uber y se dirigió al punto donde ya la esperaban. Se trató de una familia de turistas estadunidenses, una pareja de alrededor de 40 años y un menor de 13, quienes la aguardaban afuera de un supermercado en el centro de Cancún.
La conductora detuvo su auto, se identificó con los turistas, quienes abordaron el vehículo BRV Honda. Al iniciar su camino, de pronto fue interceptada por tres taxis que le cerraron el paso. Uno de ellos se paró enfrente, otro a un costado y uno más detrás, a fin de inmovilizarla.
“De inmediato puse los seguros. Evité mirarlos, en tanto ellos me gritaban consignas, mismas a las que no les puse atención. Sólo escuché ´sí es Uber, sí es Uber”. Mi reacción fue sólo grabar lo que pude con mi teléfono móvil para después marcar al 911”, narra.
Señaló que los taxistas, más de tres, estaban muy violentos. “Trataron de amedrentarme, y la verdad es que lo lograron. Me puse muy nerviosa, al igual que los usuarios norteamericanos, cuando de pronto me abren el paso y salgo del lugar”.
Naomi agregó que abandonó de prisa el centro de la ciudad para dirigirse a la zona hotelera. Al entrar al bulevar Kukulcán, de inmediato se dio cuenta que tenía las llantas con poco aire. Al bajar del vehículo se percató que los dos neumáticos traseros estaban ponchados, que ambos tenían picaduras, al parecer hechas con armas punzocortantes.
Afortunadamente, dijo en entrevista con MILENIO, “no fui perseguida por los taxistas”. Ante esa situación los turistas bajaron del vehículo, y “la verdad es que no me fijé qué tipo de transporte utilizaron para abandonar el lugar e irse al hotel Royal.
“Llamé a la plataforma, de donde me enviaron al ajustador del seguro, quien se negó a apoyarme, pues adujo que la póliza no contempla daños a las llantas”.
Dice estar consciente del riesgo que conlleva dedicarse a este trabajo, especialmente ahora en Cancún, por lo que contempla la posibilidad de dejar el servicio de la plataforma pues no es la primera vez que le ocurre una agresión por parte de los taxistas.
Naomi agrega que es pionera en el sistema de Uber en Cancún: “Hace cinco años por Ultramar también me encerraron, pero logré huir sin daño alguno. Después la plataforma dejó de operar, y hace dos meses otros taxistas me cerraron el paso, me amenazaron y bajaron a los usuarios.
Yo soy contadora y creo que lo mejor será dejar este trabajo para regresar a mi profesión. Hoy es muy inseguro y hasta peligroso operar un vehículo en Uber, en Cancún, y quizá, si es que se logra la tranquilidad para los conductores, vuelva a este servicio de transporte” concluyò.
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