Cuatro historias resilientes contra homofobia, lesbofobia, transfobia y bifobia

Historias reales sobre lo que es vivir como personas trans, no binarias, queer y lesbianas en México

Karen Vera, Ciel, Ame Livera y Nate. (Milenio Digital)
Ame Caballero, Ciel y Nate. (Melisa Agüero)
Melisa Agüero
Pachuca /

El Día Internacional contra la Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia, Transfobia y Bifobia conmemora la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para desclasificar la homosexualidad como trastorno mental en 1990. Sin embargo, fue hasta el 2004 que este proyecto de promulgación fue creado, y hasta 2005 cuando pudo celebrarse.

Y es que a pesar de los avances en la materia de reconocimiento a los derechos de la comunidad LGBTTTIQ, la sociedad sigue perpetuando dinámicas discriminatorias, heteronormativas y binarias, lo cual no ha abonado a generar espacios seguros para todas las identidades de género u orientaciones sexuales.

Desde comentarios sutiles hasta entornos violentos, te compartimos cuatro experiencias que vislumbran las dificultades a las que se enfrentan las personas con identidades de género no binarias, así como quienes ejercen una orientación sexual no heteronormativa.

Ame Caballero (26 años / lesbiana): “Me generó una homofobia interiorizada que repercutió en mi salud”

Los comienzos: “Durante mi periodo en secundaria y prepa fue donde recibí más agresiones por parte de mis pares, desde ser segregada, insultada e incluso llegando a la violencia física (…) creo que ahí la discriminación es sobre todo de las autoridades, porque quienes estaban a cargo de los grupos nunca hicieron algo, más que mandarme al psicólogo, enviarme a casa, y hablar con mi madre sobre mi anormalidad. Durante la preparatoria, considero que decidí esconder esa verdad, con mucha vergüenza de mí”.

Los efectos de la discriminación: “Considero que haber vivido esas agresiones desde edades muy tempranas, me generó una homofobia interiorizada que repercutió en mi salud, en mi desarrollo social y psicológico. Desde recibir terapia desde los 10 años, donde no hacían más que revictimizarme porque las personas con quienes tuve que asistir tenían nula información sobre temas de género, hasta recibir atención psiquiátrica a los 17 años. Pasar por periodos de depresión, ansiedad, y una fuerte ideación suicida que terminó en dos intentos de suicidio. Creo que también tiene que ver con el poco acceso a servicios de salud que realmente sean útiles para los usuarios, en mi caso, no pude acceder a un servicio privado, y acceder a un psicólogo o un psiquiatra en los servicios públicos implica esperar entre dos a tres meses para poder recibir una consulta, con profesionales que muchas veces no se interesan en actualizarse, o que no siguen los códigos éticos”.


Ciel (26 años / no binario): “Poco a poco me siento cómodo con todo lo que sucede en mi vida”

Lo complejo: “Al principio dolía bastante, los comentarios hirientes y homofóbicos empezando desde el entorno familiar; mi familia nuclear fue a la que le costó trabajo afrontarlo tanto como a mí (…) es algo complicado, soy no binario pero me identifico más como chico, anatómicamente soy mujer y me gustan solo las mujeres”.

“En mi tiempo de adolescente asistía a retiros juveniles, en una ocasión quise externar mi sentir por una persona porque con la mentalidad de mi familia pensaba que me iba a ir al infierno; tenía tan solo 15 años cuando el joven del retiro hizo un comentario que me cambio por completo: ‘No puedes amar a una mujer porque significa que estás enamorada del diablo, debes vestir como una mujer de hogar y no debes andar con tus pintas de niño, una falda y tacones, una mujer ideal debe comportarse’. Al principio me quedé anonadado con lo dicho, molesto principalmente, porque no me sentía a gusto con lo dicho ni mucho menos con la persona que aparentaba ser, en ese momento y en esa edad dejé de creer en la religión y salí al mundo con mi familia base tal y como soy: un hombre por gusto a las mujeres”.

¿Crees que la discriminación te cambió? Cambiaron mis planes, sí, tanto como para bien como para mal. En cuanto a lo positivo, gracias a mis vivencias varios conocidos que confían en mí no caen en los mismos errores que yo, me alegra bastante ser un ejemplo a seguir para mucha gente. Yo tengo un hobbie que es hacer cosplay, que es el arte de disfrazarse de algún personaje de series, películas, comics, anime o manga, gracias a ese hobbie he ayudado a muchas personas que no solo se acercan a mí para algún consejo sobre este, sino que también en ocasiones se acercan a mí para tocar un punto sensible en su vida”.

Lo que aún molesta: Comentarios como ‘tu cara no parece de niño’, ‘se ve que tienes pechos’, ‘si eres niño, ¿por qué tu voz es de niña?’. Realmente esos comentarios hacen sentir mal, no me denomino trans porque sé que eso lleva un proceso muy largo, yo no me inyecto y realmente no pienso hacerlo, simplemente quiero quitarme el pecho y que me identifiquen como soy: un hombre (…) hay gente que sigue llamándome con el pronombre femenino, realmente en lo personal no me molesta, pero lo que realmente me molesta es que a cada cinco minutos sigan diciéndome ‘¿cuál es tu pronombre?’, sé que no lo hacen con intención, pero en ocasiones es bastante desgastante”.


Karen Vera (23 años / Queer): “Es triste saber que en el trabajo uno no puede mostrarse como es”

Lo complejo: “Ahora me doy cuenta que desde muy chica me enfrenté a discriminaciones, aun cuando no me había definido como persona LGBTTTIQ, en mi personalidad ya había muchos rasgos que eran motivo de burlas y rechazos, el simple hecho de no vestir ‘como niña’ siempre fue motivo de comentarios denigrantes (…) después de que me definí por completo, sin duda estos actos se volvieron cada vez más, llegó un punto en que preferí ser la persona que todos esperaban, ocultando mi identidad, mi orientación, portando una máscara. Hasta cierto punto ya no he vivido actos discriminatorios directos hacia mí, pero es triste saber que en el trabajo uno no puede mostrarse como es, ni tocar estos temas, inmediatamente percibes que no es un lugar seguro”.

¿Cómo te sentiste todo ese tiempo? “Vivir en un ambiente de rechazo constante me generó depresión, me volví antisocial, porque ¿para qué convivir con una sociedad que no te quiere? Me llené de odio y dolor, pasé muchas noches llorando y deseando no haber nacido así, es un dolor que no le deseo a nadie, que no le deberíamos causar a nadie (…) desechada, apartada, sola, como si mi persona no fuera querida en ningún lado, como si lo que soy estuviera mal; me afectó sin duda porque de verdad me creí que era yo la que estaba mal, me hicieron creer que estaba loca y me pasé años intentando cambiarme a mí misma”.

¿Y ahora? Algunas buenas personas llegaron a mi vida, me aceptaron como soy y en ese momento me di cuenta que el problema no era yo sino la sociedad en la que vivimos, me dio tanto coraje el haber tenido que sufrir tanto para darme cuenta de eso (…) me di cuenta de que no solo era yo, somos muches, la discriminación está en todos lados y quiero hacer algo para disminuirla, sé que no es fácil y no pasará de la noche a la mañana, pero me siento feliz cada que le explico a alguien temas de género y orientación sexual. Hoy sé que pertenezco a una comunidad por la que sin duda quiero luchar. Cada día me informo y alzo la voz, ése es mi nuevo plan de vida, salir a adelante por todes”.


Nate (hombre trans): “Uno pensaría que es fácil no darle importancia, pero no lo es”

Lo que recibe: “De repente cuando mi mamá se llega a molestar conmigo me cambia el género adrede (…) y mi familia materna no pierde oportunidad en decirme que si dejo entrar a dios en mi vida va a corregirme, que estoy mal y que es el diablo el que me está engañando para no aceptarme realmente”.

Lo complejo para la gente: “La mayoría haciendo comentarios estereotipados una vez que salí del closet como trans, me preguntaron por qué estaba con mi pareja, que es hombre, lo cual nada que ver con mi género”.

Lo que aún molesta: “Hace poco debatí con unas chicas cisgénero que nos recriminaban por perpetuar los estereotipos de género. A pesar de que pasan los años uno pensaría que es fácil no darle importancia, pero no lo es. Me siento realmente mal, con ganas de morir, llorar y simplemente quiero dejar de existir".


AVISO

Los nombres utilizados para referir a los entrevistados, son los nombres con los que se reconocen desde que definieron su identidad de género



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