“Un hecho que nos dio identidad, es parte de quienes fuimos, somos y seremos”. Así describió la docente de Ciencias Políticas de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), Ana María Guadalupe Peregrina Ruiz, la Batalla del 5 mayo de 1862.
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Explicó que en aquella época, el siglo XIX, el país tuvo la oportunidad de mostrar que lo imposible fue posible, o como se plasma en el telegrama que el general Zaragoza manda al ministerio de guerra de Juárez: “Las armas nacionales se cubrieron de gloria”, al derrotar a uno de los ejércitos más poderosos de esos años, el ejército francés.
Este importante acontecimiento inició cuando el expresidente Benito Juárez, decidió suspender el pago de la deuda externa a Francia, Inglaterra y España, tras verse afectado por la Guerra de Reforma. A decir de la docente, este panorama orilló a México a convertirse en presa fácil de una intervención por parte de Francia.
Al mismo tiempo que se presentaban estos hechos, Estados Unidos atravesaba la Guerra Civil (1861-1865); lo que evitó que auxiliara a México como lo establece la Doctrina Monroe. Napoleón III encontró la oportunidad perfecta para atacar nuestro país.
En tanto, de acuerdo a Peregrina Ruiz, desde 1821 que habían terminado las guerras de independencia, México atravesó pocos tiempos de paz; se registraron golpes de estado, asonadas y levantamientos que hacían que nuestro país diera sus primeros pasos en un ambiente violento. Estos factores propiciaron que México fuera presa fácil.
“Tenía otro componente que lo hacía muy apetecible para otras naciones, era un país inmensamente rico y geopolíticamente con una posición envidiable”, detalló.
Exceso de confianza y de arrogancia
Peregrina Ruiz indicó que Puebla es, desde su fundación, el punto intermedio de Veracruz y la Ciudad de México; para los franceses este era otro punto a su favor. “La élite de Puebla no habría visto con malos ojos la intervención de Francia para poner fin a la disputa entre liberales y conservadores”.
Camino a nuestra ciudad se dieron varias batallas previas a la del 5 de mayo, el 28 de abril en las Cumbres de Acultzingo, Veracruz, y después en las inmediaciones de la Hacienda la Trampera, en el municipio de Atlixco, las fuerzas republicanas al mando de Tomás O´Horán derrotaron a las tropas encabezadas por Leonardo Márquez el 4 de mayo, acontecimiento que marcó el triunfo al siguiente día.
A decir de la profesora, el éxito obtenido en batalla se debió al exceso de confianza y de arrogancia por parte de los invasores, “pensaron que era un simple trámite pasar por Puebla”.
Durante el siglo XIX, se acostumbraba pactar con un código de honor de guerra el lugar y la hora del combate. En este caso, a las 11 de la mañana, en los cerros de Acueyametepec; dos ermitas de la época colonial con advocaciones marianas, dedicados a la Virgen de Guadalupe y de Loreto, esta ubicación benefició el desempeño del ejército mexicano.
El esfuerzo y la estrategia de estos hombres quedó marcada en la historia de nuestro país, es lo que nos cuentan en los libros, nuestros abuelos o las personas mayores, esa historia que nos hace, nos hizo y nos hará.
CHM