Aleyda Flores perdió la vista siendo profesionista, ahora es una mujer que se dedica a impartir talleres, en el activismo encontró una forma de vida, para que las personas con limitaciones sensoriales se sientan plenos.
Flores recuerda lo complicado que fue para ella comenzar a perder la vista mientras era profesional, porque cambiaba de manera sustancial su vida, pero tomó el toro por los cuernos y enfrentó la situación y ahora vive tranquila con su hijo.
“Soy egresada del Instituto Tecnológico de Durango, soy ingeniero civil, sí me dedicaba a la carrera, la ejercí, pero una enfermedad degenerativa, cataratas congénitas, fue lo que generó el glaucoma y el desprendimiento de retina. Yo tenía 33 años, tenía un hijo de ocho años, había que echarle muchas ganas a esta situación: no podíamos quedar en ese momento. Claro que batallas mucho, te quieres encerrar, quieres no salir, pero hay que soportar”, dijo.
Explicó que ahora el Centro de Desarrollo donde presta sus servicios es como su hogar, solamente usa el bastón para que la gente sepa su condición, por lo demás, conoce cada rincón del lugar.
“De hecho se vuelve como tu casa, en este Centro de Desarrollo utilizo el bastón, pero lo hago para que la gente sepa que no veo. Pero regularmente cuando estamos las personas, las cinco, seis personas, no lo utilizo. Ya te sabes los espacios, los mismos usuarios saben que no ves y te saludan”, explicó.
Destacó que el activismo para ella es importante, dado que hay tema que reivindicar, que sean tomados en cuenta para más acciones en la vida política, civil y ordinaria de la vida.
“El mundo no está diseñado para las personas con discapacidad, la educación de las personas hacía este tema, estamos un poquito atrasados en esto”, externó.
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