Por la pandemia de covid-19 el 2020 fue el año más difícil de los 25 que Flavio Hernández Martínez tiene al frente de su funeraria ubicada en Atotonilco de Tula, reconoce el hombre de 66 años de edad.
Hoy día la condición epidemiológica ha disminuido considerablemente, dice, y pareciera mejorar. El propietario de la funeraria Hernández, quien ya recibió su primera dosis de la vacuna anticovid y espera la segunda a mediados de mayo como todos los adultos mayores de la región, confía en que esta pandemia pronto termine pues ha causado mucho sufrimiento al mundo.
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Flavio Hernández relata que durante la pandemia él y su personal han atendido meticulosamente las medidas sanitarias, y por ello hasta ahora ninguno de ellos se ha contagiado de esta enfermedad, que en Atotonilco de Tula reporta 494 casos positivos confirmados y 103 decesos.
Además de usar sus equipos de protección personal durante los servicios se desinfectan continuamente durante el día y mantienen los vehículos de trabajo y equipo limpio, siguiendo las indicaciones de las autoridades en materia de salud.
Reconoce que todavía hay personas que no creen en el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y piensan que es un invento, una cuestión política, por lo que todavía hay quienes muestran resistencia a atender las medidas para los sepelios.
Relata que en ocasiones los familiares solicitan los servicios funerarios pero no indican en ese momento la causa de muerte, intentando ocultar lo que desencadenó en el deceso para velar a su familiar en casa.
Pero como prestador de servicios funerarios solicita a los familiares que presenten el certificado de defunción o la receta médica, para conocer la causa de muerte y con base a ello aplicar el respectivo protocolo.
Y es que para defunciones por covid-19 no está autorizado que la velación se realice en vivienda, pues para evitar más contagios se solicita que se sepulte de inmediato o de no ser posible se da un periodo de cuatro horas en el que el cuerpo debe estar en una zona de resguardo en lo que está lista la fosa; o si la familia lo desea, cremación.
Esto último es opcional, dice, aunque a principio de la pandemia muchas funerarias impusieron esa modalidad, pero él insiste en que esa es una decisión que sólo compete a la familia.
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Explica que cuando los familiares se rehúsan a aplicar las medidas sanitarias, él comienza con el trabajo de concientización, hasta que la familia acepta que para evitar más contagios, está prohibida la velación en casa y tienen que aceptar la estancia del cuerpo en una zona de resguardo, en donde se aplican todas las medidas sanitarias para que puedan despedirse del finado de manera segura.
Muchas funerarias, dice, no aplican estas medidas porque no están inscritas ante salubridad y por tanto desconocen los lineamientos, poniendo con ello en riesgo a la población.
Su funeraria tiene 25 años en servicio, mismos en los que se ha ganado la confianza de los pobladores de Atotonilco y la zona, por la empatía que tiene con ellos en momentos difíciles. Ejemplifica que a diferencia de muchas funerarias de la región, él brinda facilidades de pago a los clientes, pues está consciente de que son momentos difíciles; otros establecimientos, dice, piden el 50 por ciento de adelanto y dan un plazo de quince días para liquidar.
Su nieto, Alaín Eduardo García Hernández, lo acompaña en el trabajo, y él dice en este aspecto que hay empatía con las personas, pues están conscientes de que muchos carecen de la solvencia para costear de inmediato el servicio. La empatía es uno de los valores que aplican.
Además de referir que además para atender a los clientes cuidan mucho su salud mental, y por ello todos los trabajadores de la funeraria aplican diversas técnicas para manejar las emociones, especialmente por estar constantemente en contacto con la muerte.