Una cantina de antaño, con aspecto antiguo; sus paredes albergan cientos de historias, se caracteriza por un ambiente agradable y tranquilo, es ese espacio para las buenas charlas, acompañado de buenas bebidas, así es El Antillanos, un bar/cantina de Guadalajara que incluso fue parte importante para la escena musical local.
La historia de El Antillanos comenzó en 1991 en una casona del centro de Guadalajara muy cerca del conocido Parque Rojo en la calle Morelos número 956, pero no donde se ubica actualmente tan sólo unas cuadras más adelante, este constaba de un enorme patio y algunos cuartos a su alrededor.
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Fue fundada por don Ignacio Plasencia. Recibió este nombre por una marca de ron que ayudó con el patrocinio del lugar, haciendo que don Nacho cumpliera su sueño de abrir una cantina.
Desde sus inicios se caracterizó por ser una de esas cantinas a la antigua, donde van en su mayoría hombres, pero con un plus, al fondo de este espacio se instaló una especie de foro clandestino para la realización de conciertos y tocadas principalmente de punk, rock, pero del pesado y metal.
En esta primera ubicación contaba con una entrada muy grande como una cochera, por donde desfilaban punketos, darketos, rockeros y metaleros entre otros estilos para llegar a El Fondo, así se le llamó al foro de los conciertos porque literal se encontraba al fondo y para llegar ahí forzosamente tenía que cruzar por la cantina. Tiempo después cambió su nombre a Santa Sangre.
Algunos de los músicos y el público que acudía a los conciertos optaba por tomarse algunas chelas en El Antillanos ya sea antes o después de la tocada en turno, por lo que esta cantina además se caracterizó por ser un espacio abierto a todo el mundo sin discriminar a nadie.
Así pasaron 20 años, con este contraste; mientras al fondo se escuchaban estilos más cargados de guitarras fuertes y distorsionadas, ritmos enfáticos, sonidos del bajo y batería densos y voces más guturales, al otro lado se escuchaban más bien sones, música mexicana y voces de exponentes como José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández, Juan Gabriel, Los Ángeles Negros, entre otros.
Antes del gran cambio de sede, don Nacho le cedió la batuta del lugar a su hija Margarita quien conservó la esencia del lugar, pero no fue posible que siguiera con ella por lo que para el 2011 fue rentado por la señora Amelia Ornelas, una mujer dura, recia de carácter fuerte que se impone y o se le teme o se le respeta. Finalmente, en 2018 cambió su sede a la actual; calle Morelos 934, pero no perdió nada de estilo pues también es una casona con cuartos en los que se puede tomar.
Su decoración siempre fue muy sencilla, casi casi inexistente, le da más esencia ese toque de casona antigua, con pisos bicolor, amarrillos y blancos que recuerdan a las casas de los abuelos, colores naranjas y verdes en las paredes y que van ad hoc con la tranquilidad del ambiente pues ahora el foro para conciertos punks ya no existe y al Antillano acuden en su mayoría clientes ya con edad y experiencia cantinera.
La barra de madera y altos banquitos invitan a pasar un buen rato con buenas charlas, y bebidas variadas; frías y bien servidas, los clientes se convierten en colegas, amigos casi casi familia, más los viernes cuando se arma la carnita asada que es de las botanas más apreciadas del lugar, aunque también hay tacos, carne en su jugo y otros platillos que llevan sello de garantía de rico sabor.
Aunque el servicio no es el mejor, El Antillanos ha ganado terreno pues es un lugar muy amplio, en el que tiene esa sensación como de estar en casa, con mucha tradición, mucha historia; 32 años para ser exactos, ricas botanas y un ambiente predilecto, un lugar que además se ha repuesto de lo mal que le fue durante la pandemia.
El Antillanos
- Ubicación: Calle José María Morelos 934, Zona Centro, Guadalajara
- Horario: De lunes a domingo de 13:00 a 23:00 horas.
- Costos: De 100 a 300 pesos por persona
MC