A Elisa Xolalpa la atacaron con ácido en 2001 en San Luis Tlaxialtemalco, zona chinampera de Xochimilco, en la Ciudad de México. Aunque denunció la agresión, su carpeta de investigación está desaparecida y el crimen, impune.
“Fui atacada con ácido por parte de mi ex pareja sentimental con quien tuve un hijo, él me atacó con ácido, desafortunadamente en ese tiempo el Ministerio Público calificó este ataque como lesiones; pues yo me he hecho la pregunta una y otra vez, él no me quería lesionar, él me quería matar”, contó a MILENIO.
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De acuerdo con Elisa, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) ha solicitado a varias instancias la carpeta de averiguación de 2001 pero nadie responde; sólo una oficina dice que sí existió la denuncia, con nombre de la víctima y fecha de la agresión, pero no aparece ningún registro sobre el agresor.
A veinte años del ataque con ácido, Elisa ha aprendido a vivir con sus cicatrices de cuerpo, alma y ser productora de flores es el bálsamo que la ayuda a seguir luchando, pues el mayor ingreso económico que tiene viene de la producción de plantas ornamentales y de temporada.
Ahí entre las flores, Elisa se ha reencontrado con la vida. Sus tristezas, enojos, alegrías se fusionan y se transforman en flores de cempasúchil, nochebuenas, claveles, fresas, cactáceas, suculentas. Así como las plantas, Elisa volvió a florecer.
Para Elisa, la producción más importante del año es la de cempasúchil, no sólo por el aspecto económico sino también porque tiene un significado especial para las familias que perdieron a un ser querido: es recibir con esperanza a su familiar.
“Esta planta es una planta que va a llegar a dar mucha luz, mucha paz y tranquilidad a las familias que desafortunadamente perdieron a un ser querido con todo lo que estuvo pasando alrededor del mundo con esto del covid, muchas personas se fueron, algunas se fueron sin despedirse y pues tenemos como un arraigo muy fuerte con la producción o con el Día de Muertos; nosotros creemos fielmente que nuestros muertos vienen a visitarnos y que la flor de cempasúchil es el camino para que ellos pueden llegar a casa y llevarse lo que con tanto cariño les ponemos en la mesa”, explicó.
Exigir justicia ha sido difícil, las autoridades la han revictimizado y en 2019 su agresor, Javier Ediberto “N” volvió a amenazarla, le dijo que “regresó para terminar lo que empezó”. Al ver su vida nuevamente en peligro decidió alzar la voz y visibilizar el ataque que sufrió (hasta ese momento su caso estaba en el anonimato).
En febrero de 2021, las autoridades detuvieron en Morelos a su agresor, quien actualmente está vinculado a proceso por violencia familiar. Sin embargo, este caso no incluye el ataque con ácido. Elisa exige que también sea sancionado por intento de feminicidio.
“Se dice que en México la justicia es pronto y expedita y la verdad no es así, a mí me ha costado mucho trabajo acceder a la justicia pasado 20 años y hasta apenas se logrado avanzar un poco; tienes que pasar por muchos trámites, por revictimización, para que puedan escucharte, para que puedas lograr avanzar en tu proceso. Yo no soy la única mujer que ha vivido violencia, pero desafortunadamente nada más cierto porcentaje llegamos a juicio, llegamos a lograr condenas justas”, explicó.
Nombrar lo que le pasó ha sido duro para Elisa, sobretodo porque cuando ocurrió las autoridades sólo clasificaron los hechos como lesiones, pues hasta 2012 se incorporó en el Código Penal Federal la tipificación de feminicidio.
“En aquel tiempo no se hablaba o no se conocía de los ataques con ácido, era pues algo muy difícil que ni siquiera yo en ese tiempo sabía cómo asimilarlo porque te deja quebrada en su totalidad, te cambia tu entorno, un ataque de esta manera te deja muerta en vida y ha sido muy complicado poder salir adelante”, dijo.
El pasado 18 de agosto se llevó a cabo una audiencia para el desahogo de pruebas en los juzgados del Reclusorio Oriente; la audiencia del juicio oral se llevará a cabo el próximo 8 de noviembre. Elisa espera que su caso no quede impune y se le dé una sentencia justa a su agresor.
“No es capricho, existen que las sentencias justas no son caprichos y tampoco son venganza por parte de las víctimas, son una necesidad para poder vivir tranquilas, para poder recuperar esa paz que nos han robado”, detalló.
En estos años de lucha, Elisa ha tejido redes de apoyo y acompañamiento que la han impulsado a apoyar a mujeres víctimas de violencia a través de su colectiva Todas Somos Elisa; sin saberlo se convirtió en activista.
“Yo busco dejar un precedente aquí en mi comunidad donde así pasen 10, 15, 20 años, quien sea generador de violencia va a pagar por los hechos o los actos que haya cometido porque en muchas ocasiones ¿qué es lo que pasa? que nos agreden, se van y quieren regresar y hacer su vida como si nada hubiera pasado; que tengan claro que van a ser castigados por los actos que cometan”, dijo.
FS