Plazos. En este país tan particularmente sui generis todo es cuestión de plazos. Se dispone de un horario para hacer lo que sea que se vaya a hacer: una inscripción a alguna escuela, festejar, viajar, comer y más y en cualquiera de esos casos hay momentos exactos para actuar, a menos que se trate de eso que llaman servicio público, porque ahí sí, los plazos son inalterables.
Ahí está el caso del Sistema de Administración Tributaria (SAT), tan abrumadoramente presente en esta inequitativa realidad mexicana en la que algunos pagan y otros reciben condonaciones, pero eso es harina de otro costal.
El punto es que uno no puede nada más presentarse así en las oficinas para hacer algún trámite. Hay que hacer cita y seguir el protocolo ideado.
Pensemos por ejemplo que usted es medio despistado y no se percató de que su FIEL (firma electrónica avanzada) ha vencido y necesita renovarla. El primer paso es mentalizarse, respirar profundo. Inhalar conscientemente y comprometerse con la paz y la espiritualidad que Dios, en su infinita sabiduría y cualquiera que sea su nombre y misericordia, decidió compartir con nosotros, sus aberrantes creaciones.
Una vez más inhale y exhale. Hágase uno con el universo y a darle que es mole de olla y el horno hace mucho no está para bollos.
Ingresé a la página oficial del SAT y busque la pestaña, globo o indicación que diga “agendar cita”, rellene el formulario, elija el horario y la fecha que más le convengan y espere a ver si hay disponibilidad, si es así, felicitaciones, logró el primer paso.
Recuerde que para renovar la FIEL debe llevar una memoria USB, su identificación oficial y asistir puntual a la cita. Puede llegar con 10 minutos de antelación y formarse en el módulo receptor para decir que ya llegó, que tiene una cita y esperar a que le asignen a alguien que le hará, ayudará o asesorará en el trámite.
Sea puntual o al menos no se exceda de los 10 minutos de tolerancia, de lo contrario la cita será cancelada y tendrá que inciar el trámite y éste no se puede hacer más de tres veces, so pena de caer en una especie de limbo hacendario del que ninguna divinidad pasada, presente o futura podrá sacarle.
Supongamos que llegó a tiempo y ya le asignaron un número, ya apareció en pantalla y ya ubicó el módulo en el cual será atendido.
La persona ahí sentada le da la bienvenida y con amabilidad pregunta en qué puede servirle. Usted comenta su momentáneo ataque de Alzheimer.
- ¿Trae una memoria USB y su identificación oficial? Excelente. Le explica cómo colocar la USB en el equipo, le detalla lo que hará y también cómo. Usted puede o no entender, pero al final, la pantalla de la computadora le confirmará que su viaje no fue en vano.
Seguramente se preguntará para qué pagar impuestos: en el SAT dicen que es uno de los medios principales por los que el gobierno obtiene ingresos y si no se paga pues se impide destinar recursos suficientes para cubrir las necesidades de nuestra sociedad, por lo que es fundamental cumplir con esta obligación.
¿Lo más divertido? dicen que gracias a ellos se puede invertir en aspectos como la educación, la salud, la impartición de justicia y la seguridad, el combate a la pobreza y el impulso de sectores económicos... eso dicen.