Las mujeres están llegando a los entornos laborales productivos en condiciones desiguales, con la carga de las tareas del hogar, enfrentando estrés y destinando más de la mitad de su tiempo a actividades no remuneradas.
De acuerdo con el análisis "Cuidado es trabajo", realizado por Marcela Ibarra Mateos, directora del Laboratorio de Innovación Económica y Social (LAINES) de la Universidad Iberoamericana Puebla, los cuidados y el quehacer doméstico se dan por sentado en los hogares; mientras que cuando se ejercen como oficios, son mal pagados y carecen de seguridad social.
Los quehaceres del ámbito privado, asignados históricamente a las mujeres, se basan en las labores domésticas y de cuidado y no generan remuneración, cuestionó la investigadora de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita.
Cómo parte de su análisis, la investigadora de la Ibero Puebla destacó que cinco de cada diez horas laborales de las mujeres se dedican a tareas no remuneradas.
Actualmente, en tiempos pandémicos, se mantienen las brechas entre las actividades que realizan los hombres y las que las mujeres están obligadas a realizar.
Las mujeres ocupan, al menos, 67 por ciento de su tiempo laboral a cuestiones de cuidados; mientras que los hombres solo destinan el 28 por ciento de sus jornadas, resaltó la especialista.
Las mujeres trabajan casi 60 horas a la semana; y ellos, 53.3. De manera desagregada, las mujeres dedican casi 11 horas a la preparación de los alimentos, mientras que los hombres solo cinco, añadió la especialista de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita.
“Las mujeres llegamos a los entornos laborales productivos en condiciones desiguales, porque llegamos con la carga de las tareas del hogar”, resaltó la investigadora de la Ibero Puebla.
Ante el panorama actual y las desigualdades laborales entre hombres y mujeres, Ibarra Mateos llamó a crear conciencia sobre las experiencias diferenciadas de estrés laboral, así como a construir un modelo incluyente de todas las ocupaciones.
Por otra parte, Gabriela Roldán Hernández, académica de la Universidad Iberoamericana Puebla, destacó que los entornos laborales deficientes dan cabida a cargas excesivas y control insuficiente de trabajo, inseguridad laboral, y riesgos para la salud mental.
De forma adicional, en la actualidad, se vive en una cultura organizacional que premia el presentismo, es decir, que las personas estén en el lugar, aunque no hagan nada o realicen actividades que pueden cumplirlas en línea.
Señaló que, algunas de las alteraciones más comunes en el trabajo incluyen el síndrome de desgaste laboral, conocido como burnout; ansiedad; perturbación en el sueño; depresión, y trastornos alimenticios.
“Las más afectadas son las mujeres. No hemos dado espacios de duelo. Eso impacta en la conducta y el desempeño laboral”, explicó la especialista.
Por último, Diana Elizabeth Juárez Robles, investigadora de la Ibero Puebla, destacó que la importancia de poner en marcha la ergonomía en los centros de trabajo que no se restringe a la infraestructura y el cuidado de la integridad física.
Un trabajo ergonómico tiene como base una correcta organización del trabajo en cuestiones de diseño de tareas, capacidad de decisión, horarios fijos y divisiones laborales justas, añadió.
"Factores como la actitud frente al envejecimiento, el trabajo en equipo, la repetición del trabajo y el apoyo por parte del supervisor y los compañeros deben tomarse en cuenta en el bienestar laboral.
“Tenemos que poner al trabajador al centro y preguntarle cómo se sentiría mejor para realizar determinada labor”, finalizó.
AFM