“Este sexenio fue un gran fracaso en reducción de pobreza. Inició prometiendo ‘Hambre Cero’ y al final lo que se tiene, con indicadores en mano, es que la reducción fue mínima en todas las mediciones de carencia, incluida la carencia alimentaria, y el número de personas que viven en pobreza es ligeramente superior”.
La contundente aseveración es de Rogelio Gómez Hermosillo, coordinador de Acción Ciudadana Frente la Pobreza, organismo que este jueves hizo un balance de la administración de Enrique Peña Nieto que fenece ante activistas, académicos y futuros funcionarios a cargo de políticas sociales.
En entrevista con MILENIO al término del foro “Recomendaciones para una nueva política social en Jalisco y sus municipios”, que tuvo lugar en la Casa Iteso Clavigero del ITESO, el especialista añadió que se perdieron seis años “por mantener políticas económicas excluyentes, como el salario mínimo, que es la más evidente pero no la única; subsidios que no llegan a donde deben de llegar, que se reparten entre quienes más tienen; y una forma de fomentar la economía que no genera asociación de los pequeños productores”.
¿Los programas sociales no funcionaron?
“Los programas sociales básicamente son programas dispersos, que no llegan a la población que requiere y muchos de ellos marcados por mucha opacidad, por corrupción como se demostró con la estafa maestra, y por clientelismo político. Nosotros terminamos un trabajo de observación electoral, ‘Democracia sin Pobreza’, que identificó que uno de cada tres votantes recibió alguna forma de oferta de compra de voto, o promesas o dádivas, muchas de ellas de programas sociales… Pero interesantemente, más de la mitad reportan que no lo hizo”.
¿Era utópico pensar que era posible llegar a Hambre Cero?
“La Cruzada estaba mal diseñada por todos lados. Enfrentar las condiciones más extremas de la pobreza no solo no es utópico, es obligatorio. Una economía que es doceava en el mundo, con un per cápita de los 20 mil dólares por persona, ciertamente mal distribuidos, tiene cómo reducir las condiciones de pobreza extrema y acabar con ellas, reducirlas a su mínima expresión. Por eso es muy grave lo que pasó”.
Hay grandes expectativas con el cambio de gobierno…
“Es muy importante que el nuevo gobierno federal, pero también el nuevo gobierno en Jalisco, pueda adoptar un nuevo enfoque, un nuevo modelo de combate a la desigualdad. Que no dependa de una ‘cruzada’, que no dependa de programas sociales… No hay un programa social, por generoso que sea, que resuelva el problema si el ingreso laboral no es suficiente”.
No basta el reparto de despensas…
“Exactamente. Necesitamos que se rompan los obstáculos que perpetúan la pobreza en tanto el ciclo de vida de las personas desde su nacimiento. Ahí sí hay una acción social muy importante, desde la primera infancia para que el cerebro se desarrolle, prevención de enfermedades, nutrición y otras acciones muy sencillas que además son de bajo costo, pero deben ir articuladas. Y luego en la etapa escolar las competencias para que los jóvenes puedan integrarse al mercado de trabajo con un buen ingreso. Tenemos un problema muy severo de escisión en la secundaria y la preparatoria. A nivel nacional hay once millones de jóvenes mayores de 20 años, muy jóvenes, que no tienen educación media superior. Mucho de ellos les falta el último tramo y no tienen opción de regresar al sistema educativo, por ejemplo. Repartir despensas aquí no sirve para nada, pero se hace por clientelismo político, es electoral, no social. Es lucro político con la pobreza”.
¿Se lucró con la pobreza?
“Este sexenio también se lucró con la pobreza”.
¿Qué opciones de cambio se esperan?
“El alcance de foros como éste es mucho. La exigencia de la sociedad civil es que se cumpla la Constitución y es adoptar el enfoque de derechos en las políticas sociales y económicas ante la desigualdad”.
¿Cómo se insertaría la sociedad civil organizada en este modelo que propone un enfoque de derechos humanos?
“Hay diferentes niveles de trabajo, hay redes y las organizaciones tienen diferentes vocaciones. Muchas participan en campo, directamente conectadas con la niñez, con las mujeres, con jóvenes, con campesinos, con indígenas, en el campo de la salud, en fin. Ya hay modelos exitosos de intervención. Pero hay la otra parte, la toma de decisiones, porque generalmente las organizaciones (de sociedad civil) están mucho más inmersas en este enfoque de derechos, la agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, visión que ayuda mucho a que las políticas públicas no se centren en tratar de modificar una sola variable o nada más paliar, encubrir, cambiarle el nombre al programa; sino un enfoque integral. Claro, se debe ser realista, es una política compleja, insisto, no nada más un programa. Y una tercera parte muy importante, es ejercer una visión crítica, de ciudadanía, desde nivel micro en centros de salud, escuelas, hospitales, en las obras y programas, la Contraloría social o de base; y lo que puede ser la participación en consejos municipales, estatales y otros.
¿Cuál es la percepción que tiene de estos organismos civiles?
“Creo que la sociedad civil está exigiendo su lugar, el que le corresponde. La participación ciudadana no es un regalo, no es optativa, es indispensable en una verdadera democracia, y tiene que ir en serio. No puede ser solo de asambleas a mano alzada o de consultas tipo plebiscito, siendo éstos instrumentos importantes pero no puede quedarse ahí; ni mucho menos en solo votar. Yo veo mucha maduración, en el caso de Jalisco, hay consistencia de los grupos sociales, bien articulados con las universidades, tanto como privadas como el ITESO o la Universidad de Guadalajara; siempre hay gente que articula entre ellos. Hay que buscar los articuladores de las políticas sociales entre OSC y gobiernos”, concluyó.
GPE