Óscar García Arista trabaja de martes a sábado de ocho de la mañana a 18 horas, o a veces un poco más tarde, pero los lunes abre su carrito para bolear debajo de uno de los arcos de un área comercial frente a Plaza Juárez hasta después de medio día, porque por las mañanas acude a la escuela abierta, donde estudia la secundaria.
Su sonrisa delata que ha sido víctima del temor que le da no poder responderles a sus hijos alguna duda escolar por no contar con los estudios necesarios, por lo que decidió continuar estudiando en sistema abierto y sabe que con esta decisión no solo será ejemplo de sus hijos, sino que él podrá tener mejores oportunidades de trabajo.
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“El trabajo siempre nos come el tiempo y a veces no estoy tanto rato con mis dos hijos, pero hay momentos especiales en los que puedo convivir con ellos y les doy ese tiempo que requieren. Entre semana llegó a casa a bañarme a cenar y a estar un ratito con ellos antes de que vayan a dormir”.
“Yo estudié hasta la primaria y pienso que los estudios son una base que les tengo que dar para que ellos puedan llegar a ser alguien mejor. Apenas estoy cursando la secundaria y es algo maravilloso, porque veo gente mayor que igual se quiere superar, porque en mi tiempo, mis papás no pudieron darme lo necesario, pero actualmente hay muchas oportunidades de salir adelante”, asegura.
Será en agosto cuando Óscar presente su examen para recibir el certificado y así continuar estudiando, “y este esfuerzo lo hago porque sé que ellos necesitarán a un padre que los pueda apoyar con su tareas, quien los oriente cuando no les haya quedado claro alguna información”.
“Cuando entren mis niños a la escuela sé que podré apoyarlos, y ellos fueron el motivo por el que decidí seguir estudiando, porque me tengo que superar, no me quiero estancar, porque sé que les daré una vida mejor, sé que podré conseguir un trabajo mejor para darles lo que necesitan”, explica Óscar.
Antes de dedicarse a bolear calzado, el joven de 27 años trabajaba en una empresa de seguridad, misma de la que se salió debido al poco tiempo que podía dedicarle a su familia. “Trabajaba de seguridad privada, pero me comía mucho tiempo porque eran turnos de 24 horas por 24, por lo que tenía que quedarme a doblar turnos para sacar adelante a mis hijos”.
“Después le dije a mi papá que me apoyara para darme este empleo y lo hizo, porque él es bolero, y ahora tengo un poco más de tiempo para estar con ellos”, señala.
Este domingo celebrará el Día del Padre en una comunidad cristiana a la que acude con su familia semanalmente, y asegura que le dará gracias a Dios por sus hijos, por dejarlo ser padre y la oportunidad que tiene todos los días de ser mejor para ellos.
“Siempre estoy feliz y contento por la dicha de ser padre, además de que tengo vida y salud. Significa mucho ser papá para mí, porque los niños van creciendo y piden más, por lo que sé que ellos no me dejarán solo cuando yo esté mayor, por lo que ahora necesito apoyarlos y cumplir con ellos”.
“El domingo los llevo a la Iglesia y de ahí nos vamos al parque para estar un rato juntos, pero siempre hay gastos, pero por eso me esfuerzo para tratar de que no falte nada en casa y que haya un poco más para seguirles dando lo mejor que se pueda a los niños”, expresa.
Asegura que el pago que recibe por las horas que pasa boleando zapatos es el cariño de sus hijos, “y es maravilloso que, después de las horas de trabajo, se acerquen a mí y me digan ‘papá, te quiero mucho’, porque yo se que ellos también se preocupan por mí”, expresa.
Yoselín tiene cinco años y Armando dos, y son ellos los que lo motivan a levantarse todos los días a lustrar con ánimo y calidez cada calzado que le llega, pero sobre todo, el motor para que Óscar sea la mejor versión del papá que requieren y requerirán ellos a futuro, por lo que todos los días se esfuerza para que su trabajo siempre sea impecable, y lleguen más clientes que gusten de su trabajo.