Eugenio Garza Sada: 45 años del asesinato que cambió la ciudad

La muerte provocó fricciones entre el presidente Luis Echeverría y los industriales; Ricardo Margáin criticó el actuar del mandatario.

En el cruce de Quintanar y Villagrán se colocaron placas para recordar el hecho. (Foto: Roberto Alanís)
Víctor Canales
Monterrey /

Hoy se cumplen 45 años del asesinato de Eugenio Garza Sada en medio de un intento de secuestro, suceso que sacudió a la sociedad de Monterrey y todo México. 

La mañana del 17 de septiembre de 1973, después de las fiestas patrias, don Eugenio -como era conocido respetuosamente por la comunidad- se desplazaba en su vehículo Ford, color negro con vidrios polarizados, que conducía su chofer. 

Iba con destino a sus oficinas en la Cervecería Cuauhtémoc y a la altura de la colonia Bella Vista, integrantes de la Liga 23 de Septiembre, lo esperaban en el cruce de las avenida Villagrán y Luis Quintanar. 

El empresario era muy puntual: su arribo a la oficina era entre las 09:00 y 09:15, de manera que los sicarios ya tenían definida la ruta. 

Los secuestradores aprovecharon una luz roja para impedir el avance del auto del empresario, con su propia camioneta. Dos hombres armados sometieron al chofer y al escolta de don Eugenio. Uno tercero intentó sacarlo de manera violenta de su asiento, lo que provocó que Garza Sada se resistiera con un arma que llevaba consigo. 

Esto desató la balacera que terminó con la vida del empresario y sus acompañantes, Bernardo Chapa y Modesto Torres. 

Este suceso sacudió a la sociedad de Monterrey y todo México. (Foto: Roberto Alanís)

Ese mes era el segundo de gestión del gobernador Pedro G. Zorrilla Martínez, y se estrenaba como director de la Policía Judicial en la entidad, Carlos Solana Macías. 

Reproches al sistema 

El 18 de septiembre, en el despacho del gobernador se recibió una llamada de Los Pinos, informando que el presidente Luis Echeverría, decidió acudir al sepelio de Garza Sada, pero que no habría recepción oficial. Echeverría arribó poco después de mediodía. 

No se desplazó en el avión presidencial, tampoco hubo escoltas, ni protocolo. Fue un recibimiento austero por parte del gobernador Zorrilla, entre caras tristes y rostros de preocupación. 

El presidente llegó a la iglesia La Purísima, donde fue la misa de cuerpo presente, pero se quedó afuera, en medio de la lluvia. 

Terminó la misa y el cortejo fúnebre se desplazó al panteón del Carmen. Frío encuentro fue el que tuvo el entonces presidente, con la familia Garza Sada. 

El discurso de despedida estuvo a cargo de Ricardo Margáin Zozaya, quien en su intervención, criticó fuertemente al Gobierno Federal, encabezado por Echeverría, ante la incapacidad de poder controlar la guerrilla que se desató. 

“Solo se puede actuar impunemente cuando se ha perdido el respeto a la autoridad... Cuando se ha propiciado desde el poder, a base de declaraciones y discursos, el ataque reiterado al sector privado, del cual formaba parte destacada el occiso, sin otra finalidad aparente que fomentar la división y el odio entre las clases sociales”, expresó. 

Echeverría aguantó la embestida; Zorrilla tuvo un rostro desencajado.

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