Eva, la mujer que reparte comida a peregrinos en CdMx desde hace 20 años; "no espero recibir nada a cambio"

Tras el fallecimiento de su padre, Eva inició la tradición de compartir alimentos con los peregrinos que visitan la Basílica de Guadalupe.

"Casi lloro cuando me regalan alguna imagen", comentó Eva. | Especial
César Zayago
Ciudad de México /

Desde las primeras horas del lunes, la señora Eva alistaba y coordinaba los últimos detalles para salir a entregar comida a los peregrinos que buscan llegar a la Basílica de Guadalupe, al festejo de la ‘Morenita’ del Tepeyac. Esta no es su primera vez, lleva al menos dos décadas contagiando de esta tradición a su familia, quienes la acompañaron realizar este acto de compartir.

Eva es una habitante de la Ciudad de México, una que cómo muchos capitalinos buscan compartir un gesto de amabilidad con los feligreses que han caminado por horas y días resistiendo las inclemencias del trayecto para llegar al templo guadalupano, ella como muchos otros, son ejemplo del espíritu de generosidad que existe entre el pueblo mexicano.

A ella, ni las bajas temperaturas o la falta de tiempo la detienen para lograr su cometido. En una entrevista con MILENIO, compartió que esta es la primera vez que ella no prepara los alimentos, no por falta de ganas, sino porque tiene que repartir su tiempo entre sus actividades laborales.

“Yo trabajo todo el día y parte de la noche, entonces esta vez no tuve tiempo de hacer una preparación, pero desde hace 15 días me di a la tarea de probar diferentes tamales de la zona, hasta que di con los indicados, los que me gustaron más e hice mi pedido desde hace como cinco días” comentó.

Entre la plática reitera “no es que sea floja, sino por el trabajo” ante su elección de no preparar alimentos y comparte que su pedido le fue entregado alrededor de las 20:00 horas, por lo que parte del día también lo dedico a la preparación de ponche navideño y café, algo que como dice ella “ayuda a mitigar el frío”.

Lleva 20 años entregando comida a los peregrinos, esto tras una promesa que realizó tras la pérdida de su padre y tras las procesiones que realizó su marido desde el estado de Puebla hacia la Basílica de Guadalupe, “mi marido venía en antorcha, venía en camino año con año”.

“Esa promesa tiene como 20 años más o menos y pues hoy es mi primer año que compro las cosas, en años anteriores en nosotros las preparamos. Esta vez quise dar algo tradicional, algo que al peregrino le gusta y más con el frío que se nos está viniendo”, dijo Eva.

Junto con su familia y algunos trabajadores montó su lugar de entrega cerca de los campamentos del Metro Martín Carrera, Eva comparte que con un año de anterioridad se dedicó a ver en que zonas casi nadie se ponía a dar comida, por lo que decidió cambiar la avenida Oriente 101 ingeniero Albino Corzo por esta zona de la alcaldía Gustavo A. Madero.

Comparte a MILENIO que la decisión de tomar un nuevo punto fue en conjunto con sus hijos, a quien es ella, asegura esta actividad les emociona, ya que ella se encargado, de extenderla hasta sus colaboradores de trabajo, quienes se sumaron a la activad.

“Les dije, vamos a apurarnos y hay que ir a repartir a los peregrinos. La gente que he trabajado conmigo nadie, ningún año me ha dicho no, al contrario, me dicen sí y muy emocionados”, dijo.
“Hoy montamos en nuestro carro, acomodamos todo lo que vamos a dar, eso sí, le ponemos presentación a lo que vamos a dar, acomodamos bonito, buscamos un mantel adecuado y eso si les pido a mis hijos y a la gente que me acompaña a ir bien abrigados, ya que no sabemos cuánto nos vamos a tardar aquí”, añadió.

Compartir sin buscar recompensa

Eva comparte que algunas veces les ha tocado estar hasta más de tres horas, aunque hay veces que lo que llevan se acaba rápidamente, pero dice que a ella no le gusta contar las horas, sino las caras de alegría y emoción que recibe de los peregrinos, “Eso me motiva a dar, no espero recibir nada a cambio”.

“A mí me nace y yo les digo a mis hijos ’oigan, fíjense que hoy se me ocurre esta idea’ y ellos me dicen su opinión y buscan como aportar, es algo que une a la familia. Entonces lo damos con gusto, y toda la gente es muy agradecida”, señaló.

Desde la noche del 11 de diciembre, ella y su familia acomodaron sus vasitos en el coche y cada quien con una charola en mano salieron a repartir los tamales, “nosotros no esperamos a que los peregrinos se acerquen, nosotros salimos a ofrecer”.

Entre recuerdos y nostalgia, Eva reconoce que su recompensa más grande año con año ha sido recibir una imagen de la Virgen de Guadalupe de parte de los peregrinos a los que alimenta, asegura que esa y la satisfacción del compartir son sus únicas recompensas.

“Yo me quedo muy contenta, me da mucha emoción y casi lloro cuando me dan alguna imagen, es muy bonito. Y sobre todo compartir esa emoción, porque voy con puros jovencitos”.
“Toda la vida, siempre me ha gustado compartir, y no nada más en esta fecha, sino igual cuando veo a los que limpian parabrisas. El compartir es algo que ya traigo y busco contagiar eso mismo con mi familia y con la gente que me rodea”.

Por último, la señora Eva invita a los capitalinos a sumarse al siguiente año, al compartir un tamal o una torta con quienes viajan kilómetros con fe y esperanza en el corazón, “como mexicanos tenemos costumbres muy bonitas y si en nuestras posibilidades está el dar sin esperar nada a cambio, eso habla mucho de nosotros”.

CHZ

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