‘Exodus’, la organización cristiana que busca “sanar a los ‘quebrantados”

CRÓNICA | Terapias de reconversión sexual

Armados con su fe, unas 200 personas se congregaron durante tres días en CdMx para buscar una estrategia conjunta que ayude a los “afectados”; no les importa que los llamen homofóbicos ni que los critiquen por ir contra la ciencia...

Funciona como una pirámide, los pastores recogen experiencias para después replicarlas en sus iglesias y hogares. (Ilustración: Mauricio Ledesma)
Vanessa Job
Ciudad de México /

Estoy rodeada de un batallón de personas que creen que pueden “liberar” a una persona de la homosexualidad. Están armados con su fe y se han congregado por tres días para buscar una estrategia conjunta que “sane a los quebrantados”. Así llaman a los gays, a quienes conciben como gente “afectada” sexual y racionalmente.

Son alrededor de doscientas personas que están seguras de que su deber es ayudar a esos quebrantados para que emprendan un camino de sanación a través de Dios. Están dispuestos a todo: a que los llamen homofóbicos, a enfrentar a la ciencia y a costear la existencia de Exodus, una organización cristiana que funciona a escala internacional.

La representación en Latinoamérica organizó su “5 Jornada de Restauración Integral Sexual” en el Centro Evangélico Emmanuel, en Alfredo Chavero 212, colonia Tránsito, Ciudad de México. Cada asistente pagó entre 500 y 650 pesos para asistir, dependiendo de la fecha del depósito, lo que a los de Exodus les implicó ingresos de por lo menos 100 mil pesos.

El congreso funciona como una especie de pirámide ideológica, en donde los pastores, líderes, consejeros cristianos y padres de familia obtienen herramientas para después replicarlas en sus iglesias y hogares, y con ello lograr “la restauración” de los homosexuales.

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Estamos todos sentados en una media luna. Al frente hay un escenario con una pared que cambia su iluminación de un color a otro para destacar una enorme cruz blanca. A los costados y detrás de la gente un grupo de seguridad vigila que nadie saque fotografías, video o audio del evento. Si alguien saca su celular, un vigilante inmediatamente se acerca para que el aparato desaparezca de escena.

A la entrada te hacen firmar un documento, en el que prohíben grabar o reproducir el contenido del congreso, y después un hombre grande te hace una revisión que incluye un detector de metales.

Dos filas delante de mí está sentado un joven de unos 20 años. Lleva el cabello a rape, una chamarra de mezclilla y en su rostro se logran ver sutiles modos femeninos. No puedo saberlo, pero parece estar avergonzado, quizás por sentir esa atracción que todos a su alrededor le dicen que está mal. Aquí el discurso central se basa en la culpa y el deseo de tener una eternidad en el cielo y no en el infierno. Quizás ese joven vive atormentado y esté ahí con la idea de que quiere salvarse, pero nadie lo ha enseñado a aceptarse y quererse como es.

En las siguientes cuatro horas este joven escuchará de los milagros de Dios, que incluyen el testimonio de Patricia Rodríguez, una mujer que vehemente narra cómo Jesús la curó del cáncer gracias a las oraciones de 40 iglesias. Su charla no es fortuita, entra en la lógica que le da a los presentes para razonar que si “El Señor” tiene poder para curar el cáncer, también podrá hacerlo con la homosexualidad. 

También tuvimos una dosis de palabras de Olivia Corral, psicóloga que dice ser de la UNAM, y que está convencida de que sí hay un trastorno en las personas homosexuales. Ella habló de Dios como si estuviéramos escuchando a un pastor predicar.

La música sutil suena, todos estamos de pie, elevamos las manos al cielo y poco a poco se va creando una atmósfera de fe, en donde los quebrantados pueden sanar con el poder de Dios.

Hasta el escenario del auditorio llega un hombre con camisa a cuadros, con una gran panza y pelo cano. Me recuerda a “Los Osos”, esos hombres grandotes, masculinos y homosexuales que he visto en las marchas gay.

Su nombre es Stephen Black y estuvo ligado a la trayectoria de Adam Chambers, uno de los líderes cristianos más importantes en Estados Unidos, quien en enero de 2012 anunció en la conferencia de la red de líderes cristianos “que nadie cambia”, que 99 por ciento de las personas no cambia su preferencia sexual. Al año siguiente ofreció una disculpa pública a la comunidad LGBT: "Por mucho tiempo hemos sido aprisionados en una visión del mundo que no es la de amar a nuestros semejantes, ni bíblicamente".

Stephen Black cuenta a los presentes que “ante las declaraciones falsas de Chambers” tuvo una revelación. “El Espíritu Santo vino sobre mí y me dijo tienes mil 200 expedientes de personas que han pasado por este ministerio en los últimos 25 años, encuéntralos, ve cómo están viviendo, es correcto lo que dijo Alan, o esto es lo correcto”.

Black se dio a la tarea de buscar a 500 miembros de la Iglesia para pedirles que contestaran una encuesta y saber si fueron librados de la homosexualidad. Pasó 13 meses y logró que 185 feligreses contestaran, con lo que escribió parte del libro Freedom Realized.

Durante una hora Black le habló al auditorio de que con la encuesta logró tener evidencia clara de que las personas encuentran una “libertad duradera de la homosexualidad”.

Emocionados los asistentes gritaron y aplaudieron.

Atentos escucharon los datos expuestos por el líder religioso y que les servirán para convencer a algún homosexual de que puede liberarse. En sus libretas anotaron que 88 por ciento de los participantes con 25 años de apoyo del ministerio informaron haber encontrado una libertad duradera; que 62 por ciento de los que habían recibido por lo menos un año de ministerio se consideraban que estaban luchando con la atracción hacia personas del mismo sexo. Sin embargo, 84 por ciento de este grupo no se consideraba gay después de recibir el ministerio. También les habló de que 55 por ciento sufrió abusos sexuales.

Su ponencia termina y en la última diapositiva se lee: “Se necesita dinero, muchos pesos. Apoya económicamente a Exodus Latinoamérica”.

Y los anima: “Tenemos que seguir peleando”. Luego pregunta si su charla les ha dado esperanzas. Los asistentes aplauden y aceptan el desafío: saldrán a las calles a luchar contra el enemigo que, según palabras de los organizadores, está en aquellos con “una sexualidad muy diferente a la que Dios diseñó y que conduce a esclavitud, destrucción y soledad”.

Para este momento les quedan 22 horas de congreso, pero yo ya tuve suficiente...

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