Jorge Alejandro López era uno de los 50 médicos de posgrado que realizaba su internado en el Hospital General de Ecatepec José María Rodríguez, y cuyo sueño se vio truncado tras fallecer por covid-19, luego de haberse contagiado presuntamente en la sede donde trabajaba.
De acuerdo con trabajadores de salud, quienes pidieron mantener el anonimato, el hospital no brinda equipo de protección para atender casos de urgencia y de coronavirus, e incluso no adiestran a los médicos de base.
“En el hospital no hay ninguna capacitación, cada interno, residente o médico de base trae su propio equipo (...) Nos mandaron a la guerra sin fusiles, muchos compramos nuestro equipo; los instrumentos que usamos a diario. Desgraciadamente el problema ya nos rebasó”, narró a Milenio, un médico de base.
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Con solo 29 años, Jorge estudiaba la carrera de médico cirujano en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala. Aunque su sueño siempre fue cuidar y preservar la vida de sus pacientes; los médicos que lo atendieron no hicieron lo mismo.
“El 6 de diciembre, Jorge y un compañero reanimaron a un paciente, él les vomitó. Una semana después, mi hermano ya había perdido el gusto, tenía dolor de cabeza y ojos, además de diarrea. El 15 de diciembre, cuando pidió una valoración médica donde trabajaba, el doctor que lo atendió únicamente le dio un antibiótico y le dijo que no creyera en falsos diagnósticos”, narró su hermana, Sharon López.
Tres días más tarde, con dificultad para respirar, decidió presentarse a una de las tres guardias semanales, pues, según su jefa de enseñanza, “no se veía tan mal” y “de no asistir, se lo tomarían como falta de incumplimiento a su valor como médico”, sin embargo, su estado de salud hizo que volviera a casa.
“Es injusto porque en todo momento se le negó la atención, él acudía en diversas ocasiones, lo obligaban a que fuera al hospital y su valoración siempre era que él no tenia nada y que no comprara falsos diagnósticos, que él estaba bien y que se dedicara a realizar su labor”, platicó su pareja, Yuriko Montaño.
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El 20 de diciembre decidió atenderse con su médico de confianza, quien le recetó al menos ocho medicamentos, además, tenía que usar tanque de oxígeno para mantener una saturación estable.
Se usaban “10 litros por minuto de oxígeno para poder mantener su saturación en 92 o 90, pero siempre hay un choque final. Siempre luchó hasta el último momento, todos los días él estaba muy optimista que iba a estar bien, le echó muchas ganas por su vida”, precisó Montaño.
Tras 14 días más de lucha, Jorge pidió ser trasladado al hospital donde en un principio habría sido atendido. El 4 de enero a las 17:40 horas notificaron a la familia López Rivas que su hijo había perdido la batalla contra el covid 19.
“Nunca pensó que el covid lo iba a vencer, hasta el cuatro de enero cuando me dijo 'ya me cansé, ya llévame al hospital'. Fue el momento que dijo que ya no podía. Al llegar, ya estaba muy mal, sus compañeros trataron de reanimarlo por más de 40 minutos, pero en la tarde nos dijeron que no había sobrevivido”, describió su madre, Olivia Rivas.
Ahora la familia pide un trato digno para los trabajadores de salud, así como para los compañeros de Jorge. Por su parte, la FES Iztacala retiró a los médicos pasantes del Hospital.
Yuriko aseveró que las únicas autoridades que se contactaron con ellos hasta este viernes fueron las de la FES (Facultad de Estudios Superiores) Iztacala de la UNAM.
Mientras tanto, los médicos internos de pregrado, quienes en todo momento reservaron su identidad por temor a represalias y malos tratos, dijeron que al día de hoy cinco de sus colegas se encuentran enfermos y delicados porque se contagiaron en el hospital, además de que otros 20 estuvieron enfermos de coronavirus y 11 más -que ya terminaron su internado- también resultaron positivos.
Narraron los casos de varios de sus compañeros, como el de Cristhian “N”, cuyos padres fallecieron recientemente al ser contagiados por él, “es uno de los más tristes, pero todos hemos trabajado bajo condiciones inhumanas, a veces aguantando guardias de hasta 36 horas corridas y sin ningún tipo de apoyo cuando hemos reportado que tenemos síntomas, ni siquiera el de las pruebas PCR, que varios de nosotros nos tuvimos que hacer por fuera”.
“Somos carne de cañón, mano de obra barata, que tenemos un apoyo económico de mil 800 pesos al mes, además de las largas jornadas de trabajo que tenemos, para cumplir con el año de internado”.
Demandaron que se les considere para la aplicación de la vacuna, pues denunciaron que ya hay personal médico que está vacunándose, a pesar de que no están en contacto con pacientes covid-19.
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