Entre todas las familias del municipio de Comonfort que se dedican a la producción artesanal del molcajete, destacan ‘Los Quintero’, quienes por tres generaciones han desempeñado esta labor con amor y dedicación, buscando preservar una tradición importante de la localidad.
En un pequeño taller ubicado cerca de la zona arqueológica de Comonfort, y en medio de un grupo de coloridas casas, Ricardo Quintero se dedica todos los días a conservar la labor que su padre le enseñó cuando era solo un niño; aunque en ocasiones son ambos quienes muestran su empeño por evitar que la tradición se pierda.
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“Yo llevo desde los ocho años hasta la fecha, ya llevo como unos 36 o 37 años trabajando como molcajetero, pero eso ya lleva de tradición atrás, porque a mí me enseñó mi papá, a mi papá lo enseñó mi abuelo; y ya, son tres generaciones”, relató Ricardo Quintero.
Cuenta Raymundo Quintero Guerra, padre de Ricardo, que él comenzó a elaborar molcajetes por su padre, y aunque en ese entonces los procesos y las herramientas eran un poco distintos, se enamoró de la profesión y descubrió además, que ésta era bastante noble, permitiéndole ganar dinero de manera honrada.
“Sesenta años que hago molcajetes, también metates, manos, ceniceros, pero más molcajetes y metates (...) mi padre y mi familia, como no eran de aquí, eran de Dolores Hidalgo, aquí fue donde nos empezamos a enseñar. Pero aquí en este barrio, esto tiene ya de antaño, tiene más de unos 200 años que se están haciendo molcajetes (...) a veces en los fines de semana se acaba uno el dinero, y aquí me pongo a trabajar y pues ya gano unos centavos, aquí se manda uno solo”, dijo Raymundo Quintero.
Según relatan, esta tradición data desde los asentamientos de la cultura Chichimeca, e incluso se han realizado hallazgos de molcajetes en el cerro, mismos que se han ido modificando al punto que ellos, como familia, hoy en día comercializan molcajetes ‘chimeneados’, con letras o con 'cabeza de cerdito', por mencionar algunos ejemplos.
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Un día a día de un artesano del molcajete implica hasta dos horas extrayendo la piedra volcánica de las minas y dividiéndola en varias partes, así como cinco o seis horas más en las que cada una de las pequeñas piedras es picada y pulida hasta obtener la forma que se desea. Esto, considerando a su vez, que un artesano dedicado a comercializar sus productos de manera local, debe equilibrar esta labor con otro trabajo para obtener los ingresos suficientes.
Por otro lado, en cuanto a los principales problemas que enfrentan actualmente, se observa una mayor dificultad para obtener las materias primas, e incluso para que las nuevas generaciones se muestren interesadas en fabricar artesanías como éstas, lo que se debe principalmente a las pocas ganancias.
“De hecho ahorita sí se nos está poniendo un poco más trabajoso, porque antes echaba uno barrenos y ahorita ya no. Barreno le llamábamos a que con pólvora y cañones las tronábamos, pero ahorita se batalla más, porque es a base de puro marro”, expresó Ricardo.
En este sentido, Ricardo Quintero hizo énfasis en dar mayor difusión a sitios como Comonfort y al trabajo que ellos realizan, respetándolo y pagando lo justo por cada uno de sus productos que, vale decir, pueden oscilar entre los 100 y 600 pesos, aproximadamente.
“Yo lo que sí les quiero decir es que venga gente a valorar el trabajo que hacemos, para que nuestros molcajetes también tengan salida. Que no se pierda la tradición y que nos sigan comprando, que no vengan y nos regateen, porque a veces vienen y nos regatean y los quieren bien baratos y se lleva uno una buena friega para hacerlos”, manifestó.
MLMG