Los tampiqueños acudieron a la Catedral a agradecer los milagros a la virgen de Guadalupe este 12 de diciembre, una devoción que está cada vez más viva en el sur de Tamaulipas, ya que cada año son miles.
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De todas las edades, desde los adultos mayores hasta los más pequeños, todos van camino a la Catedral de Tampico, otros más, a los templos que están ubicados en sus colonias con un mismo objetivo: agradecer a la morenita del Tepeyac.
Hay cientos de historias que mantienen viva la fé de los ciudadanos, de los fieles, como el señor Jesús González, que este 18 de diciembre cumple 73 años y recuerda uno de los tantos milagros que le ha hecho la Guadalupana.
“Andaba pescando en un barco camaronero a los 21 años, una vez me caí en el mar y había muchos tiburones, pero con las oraciones me sacaron”, declaró Jesús González, desde la primera fila de la Catedral de Tampico.
Hoy el señor porta lentes oscuros para evitar la ceguera por enfermedad, sostiene su bastón y porta una manta con la imagen de la virgen, así como lo hizo San Juan Diego en las apariciones guadalupanas.
Los fieles entran y salen de la Catedral, llevan veladoras, llevan a sus niños vestidos de San Juan Diego y la Virgen, pero también los adultos lo hacen para darle gracias a la Patrona de México.
La señora Carla Coral Mayorga carga a su nieto frente a la Catedral, esperando el turno para poder retratar al niño vestido de Juan Diego en el caballo de peluche, que es una tradición.
También es una tampiqueña que afirma que la guadalupana le ha hecho varios milagros, el más importante, la posibilidad que estar con su hijo durante 21 años, a pesar de que a los 8 le detectaron una difícil enfermedad.
“Tuve un niño que en paz descanse que la virgen siempre lo mantuvo estable, murió a los 21 años y tuvo una enfermedad desde los 8 años. Él me decía mamá, la virgencita siempre me mantiene estable, y hasta donde Dios diga, entonces para mí eso es un milagro”, declaró.
Cierre desalentador
El Día de la Virgen de Guadalupe, que tradicionalmente representa una temporada de buenas ventas para los floristas, este año enfrenta un panorama desalentador en Altamira.
A pesar de la devoción de los fieles a la “Morenita del Tepeyac”, la inflación y los altos costos de los productos afectan el flujo de clientes.
Raúl Flores, un florista que llegó al centro de Altamira desde las cinco de la mañana, se mostró preocupado ante el escaso movimiento de compradores.
“Aquí estaré hasta que el cuerpo aguante o se acabe la flor”, comentó, aunque reconoce que lo más probable es que el cansancio le gane antes que las ventas.
El aumento de precios en las flores ha sido notable. Por ejemplo, una rosa que el año pasado costaba 25 pesos ahora se vende en 30, un incremento atribuido a factores climáticos. Según Raúl, la sequía y posteriores inundaciones en las regiones productoras impactaron la cosecha, elevando los costos para los comerciantes.