Se llenan los ojos de color, la panza de pan de nata, y también de azúcar y chocolate de las calaveritas, y el alma de tradición. Recorrer la Feria del Cartón en Guadalajara es toda una experiencia que remonta a los tapatíos a aquellos días donde los carritos de madera y las vistosas muñecas de cartón eran un tesoro, y los acerca también al Día de Muertos, próximo a celebrarse el 2 de noviembre.
Desde el 18 de octubre y hasta el 15 de noviembre, decenas de comerciantes de Jalisco y otros estados de la República se han instalado en el remodelado Parque Morelos, cuya nueva cara los pone contentos pues consideran que sus locales lucen más y además, que la afluencia de visitantes se incrementará al percibir el espacio más seguro.
Se ponen desde la mañana, y conforme avanza el día el largo pasillo que toma toda una esquina del parque se empieza a llenar de vida. Los ya tradicionales panes rellenos de queso, crema pastelera o zarzamora comienzan a salir del horno, y las gorditas de nata a cocerse en la plancha, entonces los olores también aparecen y además llaman e invitan a acercarse al espacio.
El espacio nunca se ve del todo vacío, pero conforme cae la noche más gente llega a la tradicional feria, que tiene casi 80 años de vida. No es sorpresa entonces que algunos de sus visitantes tengan toda la vida yendo año con año al Morelos, como Sandra, de 26 años, que desde que recuerda siempre ha ido al parque a comprar su calaverita de azúcar grabada, y los elementos tradicionales mexicanos para adornar su altar.
“Aquí los invitamos a que vengan a pedir su calaverita de azúcar con su nombre grabado, para que no se pierda la bonita costumbre mexicana que tenemos”, invita contento Jorge, quien vende calaveritas en el local 124, y es uno de los tantos comerciantes de la Feria del Cartón que con sus productos no buscan solamente hacer negocio sino preservar las tradiciones mexicanas que nos llenan de identidad.
GPE