En diciembre, las celebraciones de Navidad y de Fin de Año hacen que las familias se encuentren de formas más cercanas que en otras fechas. En el transcurso de estas reuniones se evidencian mucho los estados de las relaciones familiares, las problemáticas se agudizan y las soledades se sienten más. Esto puede provocar desequilibrios en la salud mental.
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Al respecto, la psicoanalista María Luisa González, enfatizó en que uno de los agravantes para vivir la tristeza en estos días es el consumismo desmedido que, dijo, tiene efectos negativos siempre, no solo en estas fechas: “Lo que también ocurre es que el ambiente festivo de fin de año que puede subir la euforia y, cuando pasa, deja como una cruda, y tal vez resulten más difícil recomenzar pues coincide también con final de vacaciones”, explicó la también académica del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (Iteso).
Diciembre de 2020 es un mes difícil en muchos sentidos. Se termina un año histórico por la pandemia de coronavirus. Hay muchos seres queridos que ya no están y quienes continúan sufren de alteraciones emocionales que dañan la propia salud mental y la colectiva.
Es común que en estas fechas la ansiedad y la depresión afecten a algunos integrantes de las familias: “Asociado al consumismo que se genera al fin de año, con todo lo que implican las compras, los compromisos familiares, monetarios, fiestas, los saldos que quedan después de ese periodo. Digamos que se puede entender como un efecto de algo que se acumula, pero no necesariamente tenga que ser una época triste, ni tampoco es que sea así para todos, porque depende mucho de cómo cada quien enfrenta y sobrelleva esas situaciones, no estaría tan de acuerdo en que fuera algo así generalizado, pero sí que se puede entender que sea un estado de ánimo muy pensable, tras un fin de año que pueda estar muy pleno y lleno de cosas muy buenas y muy gratas, pero en algunas otras ocasiones muy complicadas y no muy gratas”, como es el caso de 2020.
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Para algunos, que las personas se sientan tristes tiene un origen orgánico, sin embargo, desde el psicoanálisis, que es más bien el mundo afectivo y subjetivo: “El estado de ánimo se produce por cómo el ser humano significa las relaciones que tiene con los demás, cómo enfrenta los hechos de su vida, cómo reacciona frente a situaciones, qué significación les da. De eso dependen las emociones que te producen las situaciones, no necesariamente solo de un componente orgánico o químico. Cuenta mucho cómo aprendes a enfrentar las enseñanzas que tienes con respecto a eso y, como decía antes, la actitud que tomas frente a las situaciones”, explicó la especialista.
En cuanto a que si puede haber o no una depresión colectiva, González dijo que sí se puede producir, a través de lo que en el psicoanálisis se denomina identificación histérica: “Quiere decir que te identificas con la emoción de otra persona y te la haces propia y, aunque tú no la tengas, comienzas a tenerla por identificación, con la persona que estás observando o con la persona que estás cerca, con la que empatizas, entonces desde esa perspectiva sí se podría producir algo colectivo en personas que, digamos, no necesariamente, en principio, tienen la misma emoción, pero pueden llegar a tenerla por esta vía de identificación”.
En esta sociedad, insistió, es muy posible que se genere depresión porque los estándares son altos, las exigencias, para cumplir socialmente y profesionalmente, son altas y no siempre se pueden cumplir, entonces siente que se está en falta de cumplir un ideal y eso también puede producir un estado de tristeza o de depresión, porque no estás a la altura de lo que se te pide o de los ideales sociales o personales que ya se han asumido, siendo al principio individuales y luego se vuelven sociales.
Durante los primeros 10 de diciembre de 2020, en Jalisco se registró un aumento de más del 300 por ciento en las llamadas al 075, donde se solicita ayuda psicológica. A esa fecha se reportó un total 20 mil 731 llamadas.
El director del Instituto Jalisciense de Salud Mental (Salme), Francisco Javier Ramírez Barreto, señaló que, en estas fechas, la ansiedad es el principal motivo de las llamadas. Además, los problemas familiares o de pareja también reportaron la crisis entre la población. Ramírez asegura que la ansiedad es el padecimiento número uno en tiempos de pandemia de coronavirus.
En general, las solicitudes de ayuda por esta vía para cualquier tipo de crisis mental o emocional, se incrementaron en un 250 por ciento. De acuerdo con el especialista los padecimientos mentales en la entidad, en este periodo de confinamiento, no son muy diferentes a los que presentan los habitantes de todo el mundo debido a la contingencia.
El principal trastorno mental en los días más recientes es la ansiedad, seguida de la depresión, problemas con la familia, conflictos de pareja, ideación suicida y cuadros psicóticos. De acuerdo con lo dicho por el experto en salud mental, la gente no manifiesta estar mal por estar encerrada.
En las llamadas lo que expresan son los problemas derivados de ellos: “La mayor angustia sigue siendo la preocupación a enfermar, se suman los problemas económicos, el miedo al futuro, el tema de si regresan a clases. Ahora ha sido la variación del motivo por ansiedad. Ellos llaman porque se sienten ansiosos. Llaman porque tienen ansiedad de estar enfermos o creen que un familiar está enfermo. Se manifiestan también ansiosos por los cambios que estamos teniendo. Cuando empezaron a abrir los lugares de trabajo, esto causó muchas llamadas, tenían la incertidumbre de si era o no seguro”, detalló.
En el caso de los niños, explicó, los más común son los trastornos del comportamiento, principalmente los trastornos por déficit de atención y de ansiedad; en las personas de la tercera edad la depresión y luego ansiedad.
Las causas de estos males en los adultos mayores son la soledad, el abandono, problemas económicos y enfermedades. En los adultos productivos los principales motivos de consulta tienen que ver con problemas económicos, que generan incertidumbre hacia el futuro, los temas laborales, escolares y problemas familiares. Además, en el caso de los adultos más jóvenes el consumo de sustancias juega un papel muy importante en los trastornos mentales.
En Jalisco, como en la mayor parte del mundo, la principal preocupación socialmente hablando tiene que ver con la nueva normalidad, cómo cuidarse y cómo cuidar a los demás.
Por ejemplo, la expectativa del futuro, de qué va a pasar con esta enfermedad, si se va a encontrar o no la vacuna, sí se van reiniciar las actividades al 100 por ciento, cómo convivir con los demás, con los amigos e, incluso, con el resto de la familia.
El dolor de no poder decir adiósLos protocolos que se siguen con los enfermos hospitalizados por coronavirus quitan la posibilidad de tener una muerte digna. Desde marzo de este año, cuando comenzaron las medidas para controlar la pandemia, muchos enfermos mueren solos y sin oportunidad de despedirse de sus seres queridos. Esto convierte el duelo en una experiencia muy dura para los que quedan vivos. De acuerdo con Patricia Ornelas, académica de la carrera de Psicología del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (Iteso), la imposibilidad de realizar los rituales acostumbrados afecta mucho la percepción de la muerte: “En los hospitales, mucha gente se está yendo sin los cuidados básicos de atención al momento de fallecer.
MC