Cuenta la leyenda que… al sur de la ciudad, en la comunidad de Abasolo, muy cerca de la Sierra de Huanímaro, se encuentra un cerro también conocido como el ‘Cerro de los Tres Picachos’, en el cual se solía aparecer la figura de un maligno ser.
Se dice que, anteriormente, este lugar constituía el único camino para llegar a Huanímaro, y que, debido a esto, especialmente los peones se veían en la necesidad de subir hasta la cima del mismo; sumado a esto, a causa del cansancio se quedaban un momento en ese sitio e incluso aprovechaban para comer.
No obstante, cierto día de la década de los años treinta, un grupo de peones se encontraba recorriendo la zona, cuando de pronto cayó una fuerte tormenta que les impidió cruzar. Aunque, este no fue el único problema al que se enfrentaron, pues las luces que producían los relámpagos ayudaron a vislumbrar a un sujeto misterioso; un hombre vestido con un traje elegante que sorprendentemente podía saltar de un picacho a otro del cerro pese a la gran tormenta y el fuerte viento, lo cual provocó que los peones huyeran despavoridos con rumbo a la parroquia para pedir ayuda al cura que ahí se encontraba, pues estaban convencidos de que se trataba del demonio en persona.
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El cura, quien se dice respondía al nombre de Don Efrén Urincho, accedió a ayudar a aquellos hombres, y, en compañía de varios lugareños, colocó una cruz rociada con agua bendita en el sitio, celebrando a su vez la santa misa sobre una roca, lo cual se repitió desde entonces cada 14 de septiembre. Aunque, curiosamente, fue hasta la colocación de una segunda cruz cuando desaparecieron los relámpagos y la tormenta.
Debido a aquellos saltos que aquella figura era capaz de dar, esta historia recibió el nombre de ‘El Brinco del Diablo’, y actualmente, las personas aún conservan la tradición de escalar el cerro cada año hasta llegar a la parte más alta, e incluso aprovechan para alimentarse por un momento, en compañía de sus seres queridos.
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