A Guillermo Calderón ya no le afecta el sol de medio día, porque lleva más de 25 años repartiendo correspondencia en cualquier época del año, aunque es la primera vez que le toca esperar en una fila para cargar combustible y seguir trabajando con su moto.
Llegó desde las 8:30 de la mañana para hacer fila y esperar a que en la gasolinera de Río de las Avenidas suceda el milagro de que llegue pronto la pipa cargada con combustible y se empiece a repartir a los más de 30 autos que esperan en fila.
"Hoy tuve que parar mi trabajo porque ya mi moto no arranca y pues ahora a esperar para repartir la correspondencia que garantizamos llegará a todos los hogares de Pachuca", expresa sonriente Calderón.
Su sonrisa se debe a que, durante el tiempo de espera, se ha reunido con dos de sus compañeros que tienen el mismo problema de falta de combustible, por lo que, para hacer más armoniosas las horas, prefieren tomarse un vaso de refresco y platicar las anécdotas que han pasado siendo parte de las filas de Correos de México.
"Una vez, un perro me empezó a corretear en la calle y al tratar de hacer la finta de que iba a tomar una piedra para ahuyentar al perro, sin querer y también si fijarme, mi mano tocó las heces del can, por lo que ese día puedo decir que no fue tan bien", platicó sonriente.
Así también su compañero Perfecto Flores señala que es la primera vez que se queda sin combustible, "pero ahora esperaremos para cargar las motos y mañana a primera hora saldremos a repartir todo, para que no tengamos ninguna queja por atraso", dice, mientras le da un sorbo a su vaso de refresco.
"Le digo que padecemos con los perros y sus correteadas, con las personas groseras y sobre todo con conductores que no tienen conciencia para manejar".
"Hemos tenido varios accidentes, por lo menos unos dos o tres al año. Gracias a Dios nada grave, pero generalmente es por conductores imprudentes que, además de tener la culpa, nosotros somos los que salimos perjudicados, porque nos han querido multar sin que nosotros tengamos la culpa", expresó.
El accidente de la punta del dedo índice, ocasionado por distraerse al estar limpiando la cadena de su moto, es otra de las aventuras que cuentan mientras siguen pasando las horas para cargar el tan añorado hidrocarburo en estos días.
"Hemos repartido caminando, a veces tomamos la combi para llevar la correspondencia y tardamos como cuatro a cinco horas a pie, casa por casa, para entregar todo".