A punta de bala, Gabriel y el grupo de mariachis al que pertenece son amenazados con asesinarlos si dejan de tocar en la colonia San Felipe de Jesús, en laalcaldía Gustavo A. Madero. Se encomienda a Dios. Sabe que “es un volado con el tipo de personas que te vas a topar”: la misma escena ha ocurrido en repetidas ocasiones a sus compañeros y a pesar de que suceda de nueva cuenta , no duda en que si “volviera a nacer, sería mariachi una vez más”.
Viste un par de zapatos de charol hechos de piel, pantalón y saco negro de tela de Casimir Santiago, adornados ambos con herraduras que recorren desde sus piernas hasta los hombros, que en promedio cuesta 3 mil pesos-, el negro de su traje no se distingue por la falta de alumbrado que existe en la Plaza Garibaldi y sus alrededores que pisó por primera ocasión hace 27 años.
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Fechas como el 14 de febrero, Día de la Madre y la Virgen, la búsqueda es a clientes socorridos por canciones como Las golondrinas, Hermoso cariño ó Las mañanitas", así como Amor eterno, la cual no dejó de entonar en sepelios estos últimos dos años.
Este mes de febrero, Gabriel y sus compañeros reconocen que la fecha importante es el Día de los Enamorados; apunto de terminar una jornada de ocho horas en la plaza, no ha superado los 200 pesos que tiene a la mano por cuatro “ toquines” en comparación de los mil pesos que obtenía como sueldo años atrás, pues “este día está muy tranquilo: antes de pandemia había más gente, más movimiento”.
Segunda generación en el oficio de la música, toca el violín como una herencia de su padre quien fue mariachi en Garibaldi. El grupo al que pertenece se conforma de ocho integrantes, que corresponden a las 31. 6 millones de personas que no forman parte del sector asalariado, de acuerdo al último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2021.Sus ingresos por jornada son distribuidos a cada miembro, en ocasiones no superando los 800 pesos de 2 mil que percibía en un solo fin de semana antes de la pandemia por covid-19.
Durante los meses de confinamiento, no dejó de asistir en busca de clientela, a pesar de recibir despensas que el Sindicato Nacional de Mariachis y Tradiciones a Afines (SINAMAR) les brindó, no fue suficiente para solventar los gastos familiares de su esposa y tres hijos.
-¿Qué fue lo más difícil durante la pandemia?
"El año pasado hubo casos de compañeros que fallecieron: muchos compañeros que trabajaban aquí con nosotros -compañeros de toda la vida-, nos mirábamos un fin de semana y a los cuatro o cinco días nos decían que habían fallecido. Eso fue lo más complicado", respondió.
No solo la crisis sanitaria afectó la percepción de sus ingresos, sino que se añaden distintos factores como los nuevos lineamientos para prohibir la venta de bebidas alcohólicas en los diferentes Mercados Móviles -señalado en el artículo 43 de los “Lineamientos para la Operación de Mercados Móviles”-, así como los llamados “ mariachis piratas”, que no cuentan con una identificación para el uso de suelo que brinda el mismo sindicato y “roban a sus clientes”.
A pesar de sus vivencias, y encontrarse en un periodo de inestabilidad, Gabriel ha decidido no abandonar el oficio que “llena de orgullo representar al país al exteriror”, aquel que fue de su padre y termina con él.
A pocas horas de terminar su jornada en un día festivo, estuvo a la espera de por fin pueda tocar su canción favorita: “Las llaves de mi alma” .
FLC