La generación de jóvenes actuales que vivió clases en tiempos de los sismos de septiembre de 2017, se fue a casa por dos años con educación a distancia en medio de la pandemia de covid-19 y enfrenta un ambiente marcado por la ceniza del volcán Popocatépetl, busca vivir el momento y disfrutar la vida porque siente que todo su entorno pude cambiar en cualquier instante.
Fabiola Espíndola Flores, coordinadora de la Licenciatura en Dirección del Talento Humano de la Universidad Iberoamericana Puebla, destacó en el estado habitan casi un millón de jóvenes entre los 20 a 29 años, quienes, en su mayoría son inquietos y seis de cada diez cuentan con empleo que pueden cambiar en cualquier momento.
“Se van a su casa por el sismo; luego, se van dos años por la pandemia. En cuanto a madurez, en cuanto a independencia, toma de decisiones, el joven tiene una carencia importante. Si de por sí era inquieto, ahora, que ya está afuera, ahora quiere vivir mucho más. Entonces, el compromiso de él y el miedo que tiene, me van a volver a casa, es, mejor vivo en el momentito”, resaltó.
En entrevista para MULTIMEDIOS Puebla, la investigadora destacó que la actual generación de jóvenes ya no está buscando empleos en los que trabaje 8 a 10 horas diarias, situación que obliga a que las empresas realicen un cambio y generen una reestructuración laboral adaptándose a los nuevos requerimientos y necesidades.
“El joven quiere disfrutar más el momento. Entonces, el compromiso con la empresa, como lo conocíamos nosotros, 8, 10 horas trabajando, eso para ellos ya es impensable. Por eso, vuelvo con el tema, en la empresa tenemos que hacer planes laborales adaptándonos a los jóvenes porque, además, son los que nos van a suceder. No podemos seguir queriendo que trabajen como trabajábamos nosotros con los salarios, con la permanencia”, explicó la especialista.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), al primer trimestre de es 2023, en Puebla, la población que trabaja entre los 20 y 29 años de edad representa 20.8 por ciento de la fuerza total laboral en el estado; en tanto, 48 mil no reciben ingresos pese a que están integrados a una actividad económica. A la par, el salario para este sector de la población oscila entre los 7 mil 800 a 9 mil pesos mensuales, es decir, no satisface el total de las necesidades.
Al mismo tiempo, el panorama laboral para los egresados de instituciones de educación superior es complicado porque la competencia por un mismo puesto es alta y solo la preparación amplía la posibilidad de un mejor presente, comentó la investigadora de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita.
“La competencia es bárbara ¿qué tiene que hacer el joven? Prepararse; utilizar, precisamente, su universidad para esa preparación, prácticas profesionales, una movilidad nacional e internacional, idiomas. Y, esto, estamos hablando, únicamente, universitarios, estamos teniendo una población no universitaria que, a lo mejor, no concluyó estudios y que, también, va a estar en el mercado laboral. Entonces, se enfrentan ellos a una realidad dura. Tienen que prepararse”, finalizó Espíndola Flores.
CHM