Son casi las 4:20 de la tarde y quieres fumarte un porrito en la zona liberada que, a fuerza de humo y de un plantón, instauraron activistas cannábicos hace poco más de tres años en la Plaza Luis Pasteur. Pero, apenas cruzas Reforma a la altura de Insurgentes, descubres que la policía capitalina ha tomado el lugar. Ningún activista se mira a la redonda. Ni siquiera quemando el gallo.
Entonces le telefoneas a M, uno de los fundadores de la zona liberada, y te cuenta el chisme:
“Llevábamos más de un año pensando en levantar el plantón. No creas que fue por cansancio. No. Más bien lo hicimos por miedo. El cártel de la Unión se adueñó de las afueras y generó muchos desmadres y riñas. Del tianguis de vendedores independientes no quedó nada. La Unión tenía el control de todo. A algunos de los consumidores que llevaban sus propias flores, se las quitaban, disque porque las vendían. Golpearon a varios. La zona se volvió tan insegura que la gente dejó de ir.
“Hubo quienes nos dijeron que por qué no corríamos a los de la Unión. ‘¿Y con qué?’, les contestábamos. ‘Pues háblenle a la policía’. Nos reíamos. Le dijimos mil veces al gobierno de la ciudad y rara vez intervino. Recuerdo aquella vez que se soltó un aguacero y varios de los vendedores de la Unión se metieron al campamento y tuvimos que sacarlos. Con todas esas broncas estuvimos lidiando el último año”.
M te cuenta que la gota que colmó la paciencia fue una reunión que sostuvieron el verano pasado con Martí Batres, el secretario de Gobierno. “De su boca escuchamos que preferían darnos un lugar en un parque de la Doctores que confrontarse con la Unión. Les dijimos que no porque no queríamos más zonas liberadas, sino que garantizaran en la ciudad el derecho de fumar cannabis en espacios públicos. Incluso les propusimos que en la reforma de cultura cívica se garantizara un lugar para fumar en parques”.
—¿Y qué les dijeron?
—Se cerraron. A ellos les convienen los ghettos verdes, porque “se nos permite” ejercer “libremente” nuestros derechos. Pero para nosotros, los ghettos son muy peligrosos: te pones en riesgo si sales de ahí. Había gente que, cuando ya se iba para su casa, la policía o la propia gente de la Unión te extorsionaba.
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A la par, te cuenta M, “la táctica de plantón dejó de incomodar al Gobierno de la ciudad y al Senado. La estrategia del Estado fue el desgaste de nuestro movimiento y fue la falta de voluntad para garantizar la seguridad en las zonas liberadas”.
Tres de los cuatro fundadores que aún quedaban del Plantón 4.20 votaron por deslindarse del espacio. El pasado 2 de febrero sacaron su último comunicado y en él dan cuenta de que, después de tres años de ejercer el derecho a la protesta pacífica, el Senado sigue sin garantizar las cuatro demandas de derechos humanos para el autoconsumo de cannabis: trato digno, autocultivo libre, posesión libre y zonas compartidas en igualdad.
“Senadores y senadoras siguen buscando impuestos por medio de una Ley de Cannabis SA de CV que genera mercado y una prohibición light”, se quejan los fundadores en el último comunicado. “Existe, además, una postura anti-cannabis del presidente AMLO, especialmente sobre el legado personal”.
M cuenta que el único de los fundadores que se quedó en el plantón fue echado por la policía la madrugada del 17 de febrero. “Lo mismo pasó con el espacio que había en la Glorieta del metro Insurgentes: la policía lo levantó. En la llamada Ciudad de los Derechos ya sólo quedan dos zonas liberadas: la del metro Hidalgo y la de la Estela de la Luz. Y yo creo que tienden a desaparecer”.
M y los otros dos iniciadores acaban de fundar una asociación civil llamada Defensores 4.20, desde donde pretenden defender las demandas e iniciativas de ley y avanzar por medio de capacitación de derechos humanos, resistencia civil y litigio estratégico.
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Le cuelgas a M y, camino a casa, recuerdas que la raza del Plantón 4.20 estaba planeado para tres meses y duró más de tres años. Que fueron esos activistas los que presionaron a la Corte para que definiera si fumar cannabis como forma de protesta es un acto constitucionalmente válido.
Que ingresaron una iniciativa al Congreso de la Ciudad de México para garantizar el Trato digno. O que fueron a Oaxaca y la liberaron como la primera ciudad de México para el consumo público y libre de cannabis.
Por ahora, la plaza Luis Pasteur está ocupada por policías.
HCM