Los caudales de los arroyos Seco y El Garabato han incrementado sus volúmenes de agua en los últimos años, lo que ha ocasionado muertes, arrastres de personas y vehículos, y la formación de socavones de gran magnitud. Esta problemática ha sido motivo de preocupación para la comunidad y los especialistas en geografía hidrológica.
“Cada vez trae más agua, cada vez esta agua tiene mayor capacidad de arrastre como lo vimos con la persona que fue arrastrada en las últimas semanas y tiene capacidad de desborde”, explicó Luis Valdivia, profesor investigador en Geografía de la Universidad de Guadalajara (UdeG), destacando la peligrosidad creciente de estos cuerpos de agua.
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¿Dónde es el origen del problema?
El origen del problema, de acuerdo con Valdivia, se encuentra en la zona donde inicia el arroyo El Garabato, en el último tramo de avenida Mariano Otero en Zapopan. Esta área, que solía ser un bosque y una zona verde, ha sido invadida por fraccionamientos, plazas comerciales y estacionamientos.
“Aquí inicia el problema, en las partes altas y particularmente estamos en la zona de interfase o transición como área natural protegida”, afirmó Valdivia. “No debieron haberse autorizado esta cantidad de cotos que impermeabilizan el suelo y provocan el incremento considerable de los caudales”.
El desarrollo urbano desmedido ha llevado a una situación donde el concreto predomina, disminuyendo la filtración natural del agua. “En esas zonas se dispara la escorrentía casi en un 95 por ciento. Esa escorrentía va a incorporarse al cauce principal y generar una mayor capacidad de desborde en lluvias intensas”, añadió Valdivia.
El mayor volumen de agua ha hecho más frecuentes los desbordes de los arroyos Seco y El Garabato, además de incrementar los casos de arrastre de vehículos y personas, especialmente en zonas con infraestructura inadecuada. Un ejemplo es la colonia Santa Ana Tepetitlán en Zapopan, en el cruce de las calles Río Azares y Camino Nacional, donde la falta de medidas preventivas ha sido evidente.
“Aquí donde me encuentro pasa el cauce del arroyo El Garabato, sin embargo, de acuerdo con el especialista, esta zona debería estar perimetrada, no debería permitirse el paso de vehículos y peatones”, enfatizó Valdivia. “Es muy transitado y entonces es una zona de muy alto riesgo, la autoridad debió haberlo considerado y hacer una adecuación distinta”. La situación se agrava con la circulación de automóviles por el canal, lo cual aumenta el riesgo de accidentes graves. Un caso reciente ilustra el peligro: el 9 de julio, Paola, una menor de 16 años, fue arrastrada por la corriente al intentar cruzar a bordo de su vehículo.
“Rápidamente, el vehículo fue arrastrado y eso significa que traía mucha altura y mucha velocidad el agua, y eso significa que es una zona altamente peligrosa”, explicó Valdivia.
El socavón de 10 metros que se originó durante la madrugada del 25 de julio en avenida López Mateos, cerca del cruce con Periférico, es otro ejemplo de las consecuencias del incremento en el volumen y la fuerza de los arroyos El Garabato y Seco. En este punto, los arroyos convergen en la parte subterránea, lo que ha debilitado la estructura del puente.
“Lo que sucedió en el puente de López Mateos, ahí se confinó más el cauce y entonces el agua tiene mayor capacidad de erosión debido al incremento de la velocidad y ahí se hace un fenómeno que se llama socavación, es decir, empieza a minar la base de la estructura y eso debilita la estructura y empieza a generarse fenómenos de colapso”, detalló Valdivia.
Para evitar más tragedias, Luis Valdivia propone la urbanización sustentable, la creación de más zonas de recarga hídrica y el desarrollo de una infraestructura hidráulica segura y adecuada para los canales.
JMH