Desde hace cinco años el intercambio y la venta de ropa los sábados en el Parque Rojo, ubicado en Guadalajara, se convirtió en una tradición.
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“Aquí nos juntamos para entregar la mercancía los sábados en un horario aproximado entre las dos a cuatro de la tarde pero muchas traen cosas para vender y sacar un dinero extra”, comentó Elena, comerciante del Parque Rojo.
El trueque funciona de la siguiente manera. Los comerciantes ofrecen por redes sociales las prendas o bien los productos, una vez que se concreta la compra, acuerdan verse en el Parque Rojo.
Esta situación ha beneficiado primordialmente a las mujeres, ya que el 85 por ciento de los puestos pertenecen a las mujeres. En los últimos días a raíz del coronavirus y ante la falta de empleo en el Área Metropolitana de Guadalajara, más jóvenes le apuestan a este tipo de trabajo.
Para las personas que compran bajo esta dinámica, es una buena opción para cubrir necesidades a un bajo costo.
“He visto que son de muy buena calidad y buen precio y pues se ajustan ahorita al bolsillo de las personas con esta situación de la pandemia y apoyar a los vendedores que están haciendo su esfuerzo de salir adelante con toda esta situación”, dijo la transeúnte Diana.
Sin embargo, para los bazares aledaños al Parque Rojo, la presencia de las comerciantes tiene pros y contras.
“Eso nos perjudica porque nosotras pagamos luz, renta limpiamos todo para que se vea bonito y tenerle su lugar, pero las personas no se sienten seguras y se van a comprar a otro lado y ya que no es como si te queda bueno y si no pues ya me lo compraste”, añadió Mayra, vendedora de bazar.
Para las comerciantes de ropa de segunda, comprar ese tipo de ropa, es tener responsabilidad social con el medioambiente, al momento de alargar la vida útil de las prendas, una manera de erradicar el consumismo voraz que las grandes cadenas de ropa imponen.
JMH