Mariana, a quien llamaremos así para no exponer su identidad por miedo a represalias, es originaria de Guadalajara y tiene tres años siendo víctima de violencia. Su agresor es su vecino, vive a tres casas de distancia y a pesar de contar con un Pulso de Vida, se siente insegura cada día.
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“Empezó a insultar, empezó a medio golpear las cosas, pero era general, eran varios vecinos”, explicó y agregó que las agresiones han subido de tono, hasta el punto de atentar contra su vida. “Nos buscaba en las calles, entre calles y ahí fue donde le salió a mi esposo con un cuchillo. Se me acercó de más con el cuchillo”, señaló.
El pasado febrero la violencia llegó a un nivel insoportable cuando el agresor ingresó a su vivienda y la amenazó de muerte a ella y a su perro.
“Empezó a agredir mi casa ya para ingresar, golpeó los vidrios, me quebró todos los vidrios de la ventana, golpeó mi puerta hasta lograr entrar, golpeó mi perro, está más agresivo que nunca”, compartió.
Las agresiones no pararon solo con Mariana, el sujeto comenzó a acosar también a su hija de 17 años.
“Empezó a mandarle mensaje, a decirle cosas, la seguía hasta la escuela, la esperaba ahí en la escuela, se pasaba todo el día afuera de la escuela”, explicó.
Fue a partir de ese momento que el ayuntamiento de Guadalajara otorgó a ambas un Pulso de Vida, dispositivo con el que pueden pedir ayuda en caso de emergencia.
Mariana ha interpuesto tres denuncias, una por tentativa de homicidio, otra por allanamiento de morada y una más en Ciudad Niñez por acoso a su hija menor de edad, pero hasta el momento ninguna ha rendido frutos para detener al agresor y procesarlo. Solo ha sido detenido en una ocasión cuando fue captado en flagrancia amenazando con un cuchillo a Mariana, pero a los dos días lo dejaron libre.
“El Pulso de Vida sí sirve, pero a medias, no hay continuidad, el hecho de que ellos digan ya lo detuve no quiere decir que se vaya a quedar y no puede ser que esperemos que venga y me mate o que me hiera o a alguno de mi familia como para que entonces el juez diga entonces sí es agresivo”, dijo.
Las amenazas constantes contra su vida han generado en Mariana miedo, ansiedad, estrés y frustración porque mientras el agresor siga en libertad, viviendo en la misma calle que ella, ni el Pulso de Vida le permitirá tener una vida normal y tranquila, situación que la ha orillado a considerar en cambiar de residencia, pese a todas las complicaciones económicas que eso implica.
MC