Heridas aún no cicatrizan a una década del atentado

Tragedia en el casino Royale. Samara Pérez, quien perdió a su hijo Brad Xavier; y María Elena Navarro y Francisco Flores, abuelos de Adriana, narran cómo han sobrellevado en estos años ese episodio crítico

Samara Pérez dijo que las autoridades han quedado a deber. E. MENDIETA
Eduardo Mendieta
Monterrey /

Exige sentencias para detenidos

Hace 10 años, el 25 de agosto del 2011, Samara Pérez Ruiz acudió al casino Royale en compañía de su hijo Brad Xavier Muraira Pérez, de 18 años, para jugar…

Sin embargo, sería la última partida y la última vez que viera con vida a su joven hijo, antes de que un grupo de delincuentes rociaran gasolina e incendiaran la casa de apuestas con 52 jugadores en su interior, considerado el peor ataque del crimen organizado contra la población civil en ese momento en México y que le dio la vuelta al mundo.

Samara Pérez, quien se convirtió en vocera de los familiares de las 52 víctimas mortales y convertida en activista tras esta tragedia, narra su experiencia a MILENIO.

“Él acudió conmigo ese día cuando pasaron los trágicos acontecimientos. Entramos y yo estaba en las máquinas de la parte de adelante y él iba a jugar ruleta y no encontraba mi tarjeta (para jugar). Empecé a buscarla, y si no la encontraba, le dije que me iría con él, pero apareció la tarjeta.

“Me acuerdo que volteó, sonrió la última vez que lo vi con vida, cuando entraron estos individuos y dijeron palabras muy horribles. Amenazaron, golpearon a empleados con armas y después tiraron la gasolina, y no pasó casi nada, empezó el incendio”, relata.

La activista explica el porqué la tragedia seguirá con vida una década después.

“Porque marcó no solo a nuestras familias, a nuestro estado y a nuestro país, conmocionó al mundo. Y algo así no puede ser olvidado, pero más allá de eso, debe de aplicarse la justicia y estas personas que realizaron estos hechos tan atroces y barbáricos tengan las sentencias en firme que deben cumplir, y que quede claro que nadie está por encima de la ley”.

Considera que a 10 años del suceso, funcionarios y autoridades quedaron a deber.

“La palabra justicia es algo muy fuerte, jamás va a haber justicia cuando hay la muerte de 52 seres humanos; lo que se busca es la aplicación de la ley, como mínimo.

Estas personas que han sido tomadas por la autoridad como presuntos (delincuentes), no podemos decir culpables, porque un juez no lo ha dictaminado, pero en las declaraciones consta que deben de ser sentenciados. Están detenidos, pero no hay sentencias en firme”, señala.

¿El entonces Presidente les dijo que les iba a ayudar a los familiares?

“¿De qué Presidente está usted hablando?, cuando fueron los hechos fue Felipe Calderón, después Enrique Peña Nieto y posteriormente Andrés Manuel López Obrador; del presidente Felipe Calderón Hinojosa, ni siquiera tuvo la decencia de que el día que murieron nuestros familiares, ni siquiera flores trajo, aunque hizo una guardia de honor de un minuto y dejó una corona”.

La madre de Xavier marca la diferencia del apoyo de la póliza del seguro concedido a los familiares de las víctimas en comparación con el respaldo que obtuvo el dueño del inmueble, Carlos Alejandro Salinas.

“El monto era de cinco millones de pesos dividido entre 52 personas de familiares, no todos los cobraron, fueron 41. Esto no fue nada a los 12 millones que recibió el señor Salinas. Como siempre, para el seguro vale más siempre la situación de gente que tiene poder y dinero que el costo de la vida humana”, recuerda. 


Sus nietos les dan la fortaleza


Un día antes de la tragedia del incendio del casino Royale, Carmen Adriana Flores Navarro, de 30 años, tuvo una reunión de amigos hasta la madrugada, quienes le pidieron no ir a trabajar a la casa de apuestas.

Pero Carmen Adriana prefirió no faltar, para cumplir con el trabajo como desde hace un mes lo hacía en el área de la ruleta, aunque prácticamente lo hizo sin haber dormido.

En su casa de Bosques del Poniente, en Santa Catarina, María Elena Navarro Anguiano, ama de casa de 66 años, y Francisco Flores Rodríguez, pensionado de 70 años, narran la historia de cómo se hicieron cargo de sus nietos Andrea, de ocho años, y Abel, de 10, luego de que su hija Carmen Adriana falleció cumpliendo su deber y trabajo en el casino Royale.

Y es que el golpe vino desde dos años atrás, cuando en octubre de 2009, su hija enviudó, pues su esposo falleció en un accidente automovilístico en Monterrey, por lo que ahora sus nietos se quedaron sin padres.

Cuatro años después de la tragedia del Royale, otro golpe apareció en sus vidas: el 22 de agosto de 2015, su otra hija, Paloma, de 30 años, falleció a causa de un problema cardiaco.

Sin embargo, sus nietos han sido su motor para poder soportar las muertes de sus seres queridos y el recuerdos de ellos.

“La última noche estuvo con los amigos y compañeros en su casa en Tampiquito, en San Pedro, y antes de irse les dijo: ‘Los dejo, porque me tengo que ir a trabajar a las tres de la tarde’, y ellos se quedaron en la noche con ella.

“Ella trabajaba en el área de la ruleta, tenía muy poquito, como un mes trabajando, se desveló toda la noche y ellos le decían: ‘No vayas, espérate hasta mañana, estamos muy a gusto’, ya era el destino, y ella dijo que tenía que cumplir con el trabajo”, cuenta su padre Francisco.

El ex chofer de un importante empresario agrega cómo han salido adelante ante la tragedia.

“Los muchachos nos dan fortaleza para poder nosotros salir adelante, nos tuvimos que entretener en algo, ya que estaban en primaria, secundaria y preparatoria, y ahorita en el CEU los dos niños.

“Fue muy difícil salir adelante, porque después de Adrianita, a los cinco años, muere otra hija de nosotros, Paloma, a los 30 años también, un golpe muy canijo, ella murió de taquicardia”, señala.

Doña María Elena indica que el dueño del casino, Raúl Rocha Cantú, les ha ayudado mensualmente con un apoyo económico en forma continua desde hace 10 años, después de quedar sus nietos sin padres.

“El dueño del casino directamente nos ha ayudado. Hubiéramos pedido con los muchachos, mi esposo se acababa de pensionar, y mes tras mes nos ayuda, 10 años de apoyo continuo, nunca nos ha fallado, se ha portado muy bien”, recuerda.

Y don Francisco interviene en la entrevista sin querer atreverse a comentar si se ha hecho justicia para quienes cometieron el incendio del casino Royale.

“No nos metimos, y dije ahí: ‘Hay un Dios y tienen que pagar’… ya mi hija ya no regresa, hicieron un daño muy grande”, señala escuetamente el abuelito de Carmen Adriana Flores.


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