Para las hermanas Karina y Karen Montes de Oca, un rincón de su casa y su comedor se convirtió en su sala de “cirugía” para restaurar libretas usadas.
Este lugar llamado el “Banco y Hospital de Libretas” comenzó desde hace seis años en Toluca, en el Estado de México, de la mano de estas jóvenes que buscan ayudar a niños y niñas de bajos recursos para que continúen sus estudios.
Esta labor altruista inició con un regaño de la madre de Lourdes Karina y Ana Karen cuando tenían 11 y 13 años, respectivamente, y desde ese momento ambas se convirtieron prácticamente en “doctoras”, ya que su trabajo consiste en unir las hojas de varios cuadernos usados para crear uno nuevo.
“Recibimos donaciones, las procesamos y trabajamos, por eso le decimos ‘banco’ y ‘hospital’ porque aquí los restauramos, limpiamos, cortamos y cosemos. En 2017 teníamos demasiadas libretas que no nos terminamos durante el ciclo escolar y mi mamá estaba un poco molesta porque éramos muy desperdiciadas ya que quedaban muchas hojas y pedíamos más libretas, entonces nos puso a separar las hojas limpias y las ya usadas y creamos nuevas libretas, después lo hicimos con las de nuestros familiares y luego se fue haciendo cada vez más grande”, dijo en entrevista Ana Karen.
¿Cómo las restauran?
El proceso “quirúrgico” al que someten a las libretas consiste en borrar los rayones en las hojas de los cuadernos usados y separar las que están limpias, después las juntas en grupos similares y crear un nuevo cuaderno de 100 hojas.
Posteriormente restauran el arillo o le colocan uno nuevo, para finalmente reparar las pastas y forrarlas con hojas de colores y decorarlas con calcomanías y así darle una vida y dueño a decenas de cuadernos, explicó Lourdes Karina.
Con el paso del tiempo, el hospital de libretas comenzó a expandirse y con ello a su domicilio también fueron llegaron otro tipo de útiles escolares como mochilas, colores, libros, juegos geométricos y tijeras, entre otros, con la única condición que se encuentren en buen estado.
“Las libretas pedimos que cuenten con mínimo de 10 hojas limpias, porque si no es mucha basura la que nos quedamos y también que los materiales estén en buen estado para que puedan darle un segundo uso”, comentó Karina.
“Para las libretas necesitamos arillos, necesitamos con qué forrarlas, necesitamos diurex, gomas por si tienen algo pequeño escrito con lápiz, entonces todo eso también se nos fue donando, después nos empezaron a donar más cosas, que son las que usamos para forrar y también ya empezamos a recibir cualquier material escolar inclusive libros de texto o de literatura”, señaló Ana Karen.
Su granito de arena
La labor, dicen ambas hermanas, no es fácil, ya que restaurar una libreta requiere de otro tipo de insumos, que conllevan gastos que ellas a su corta edad no pueden solventar.
“Nos donaron apenas 400 arillos y eso nos ayuda muchísimo porque ya no es coser cada libreta, lo que hacemos es solo una ayudadita, nosotras no lo logramos hacer completamente todo, entonces necesitamos apoyo de los demás. Cuando nos donan siempre pedimos que haya mucha comunicación porque no tenemos automóvil, eso es algo que si no se nos ha complicado entonces pedimos que la gente sea como muy paciente y empática en ese aspecto, siempre buscamos puntos medios de referencia para que no tenga que ser mucho esfuerzo de un lado o del otro”, manifestó Karen.
Restaurar libretas ha significado dedicarle a esa actividad, una parte de su tiempo durante los 365 días del año; una hora en la mañana, durante las noches o incluso en la madrugada.
“No contamos con un horario, lo hacemos en las noches, madrugadas o cuando podemos en nuestros ratos libres, es algo que hemos combinando, pero a veces se nos complica porque ya somos más grandes de cuando iniciamos y ya tenemos más actividades, pero sabemos que esto es con el fin de ayudar, y por eso no nos pesa y buscamos ratos libres para hacerlo”, comentó, Karina.
Señalan que en algunas ocasiones tuvieron que desembolsar para comprar algunos materiales que les permitiera dejar los presentables, pero aseguran que durante estos seis años les ha dejado grandes satisfacciones poder apoyar a niños a que continúen sus estudios y no abandonen la escuela por no tener el material para ir a clases.
“No es solo dar una libreta, no es solo dar 100 hojas de papel, es dar una esperanza, posibilidades, el tener una libreta te abre muchas oportunidades y eso representa para nosotros”.
RARR