Hermanos de víctimas de la Guardería ABC: relevo de lucha y memoria a 14 años sin justicia

Hay niños y niñas que no son reconocidos como víctimas porque, según las autoridades, nacer después de las lesiones no les afectó, aunque es todo lo contrario.

Padres de guardería ABC realizan 'antimonumento' en Gobernación | Especial | Archivo
Gabriela Medina y Mitzi Alejandra Zárate
Hermosillo, Sonora /

La lucha por la memoria y justicia para las víctimas de la guardería ABC cobró factura en sus hermanos y hermanas, quienes sacrificaron fragmentos de su infancia ante el duelo, los procesos jurídicos o la atención médica de los sobrevivientes.

Algunos ya son mayores de edad y sin soltar la exigencia de cárcel para los prófugos responsables, aprendieron a sanar la herida; pero los nacidos después de la tragedia también crecen inmersos en la politización del dolor, escuchando anécdotas de los hermanos que no conocieron.

Jessica de los Reyes Luna lleva 14 años faltando a la escuela cada 5 de junio para tomar el megáfono y alzar la voz por su hermanito, Jonathan Jesús, uno de los 49 niños y niñas que perdieron la vida en el incendio del inmueble donde al menos 106 más resultaron heridos, en Hermosillo, Sonora.

Narra a MILENIO cómo ahora que es adulta releva a su mamá, Juanita, en la organización de la marcha anual. "Ayudo a correr las páginas de internet, que se haga la voz con mis familiares, con mis amigos, ayudo a que ellos compartan con sus conocidos; cuando viene la marcha hacer lonas, camisetas, estar en la mañana en la misa, apoyar a dar aguas a la gente que nos acompaña".

Jessica es la mayor de sus hermanos, cuenta con tristeza que fue diagnosticada con depresión y ansiedad, pues al morir Jonathan "todo se apagó y fue un largo camino para que esa lucecita volviera a prender". Cuando se acercaba el aniversario luctuoso, el cúmulo de emociones hacía que se peleara con sus compañeros de la escuela.

"Como niño es muy confuso, no entiendes nada de lo que está pasando, ves a los adultos de aquí pa’ allá, de arriba pa’ abajo y ¿dónde quedo yo?", dijo

Las víctimas no reconocidas

Hay niños y niñas que no son reconocidos como víctimas porque, según las autoridades, nacer después de las lesiones, no les afectó; pero Mateo Villarreal, de 8 años, es voz de lo contrario, pues ha suspendido las prácticas de fútbol, la escuela y otros de sus pasatiempos para acompañar a su hermana Danna Paola, sobreviviente del incendio, a las citas médicas.

A su corta edad, sabe por qué desde el 2009 sus papás y un centenar de familias más destinan gran parte de su tiempo a abogados y doctores. Es muy pequeño para sumergirse en temas legales, pero no tanto para empatizar con la causa de su hermana.

"Desde que era un bebé tenía que andar con nosotros en citas médicas, o cuando me tenía que ir a operar, es alguien junto con mis papás que supo por lo que yo he pasado y aunque era un bebé, siempre estuvo ahí", comentó Danna en entrevista, quien valora los sacrificios de Mateo.
"Los hermanos pasaron por lo mismo básicamente, supieron de todas nuestras citas, todo lo que tuvimos que pasar, algunos de ellos están más grandes, otros más chicos, pero saben lo mismo, lo difícil que ha sido y todo el tiempo que les hemos quitado en cosas de nosotros".

Marisol Montaño, mamá de ambos, ha visto, como aunque nació después, las secuelas de Danna también recaen en Mateo.

"La comisionada de atención a Víctimas (Yuriria Rodríguez) una vez me dijo que los hermanos que nacieron después no podían tener una secuela, pero claro que sí, mi hijo lo vive 24/7. No lo vivió antes del incendio, pero le toca después, le tocan las cirugías, rehabilitación, terapia, que lo saque de la escuela, no ir a karate, no ir a fútbol".
"A mí me gustaría que hagan justicia porque, aunque quieren hacerlo, no pueden, por eso mi mamá paga vuelos y se puede ir a México a marchar", comenta Mateo, "gracias a Dios mi hermana está bien, pero ha tenido muchas heridas".

Los miedos inculcados en los padres y madres a raíz del incendio también influyen en la formación de los más chicos, como Francisco, Ángel y Fátima Chambert, niños arcoíris que crecieron escuchando anécdotas de su hermano Jesús Antonio, fallecido en 2009.

Su madre Martha Yadira López, detalló a MILENIO cómo desde la pérdida de su hijo mayor, no ha podido evitar sobreproteger a los demás. "Me volví más asustadiza, me volví más precavida, más miedosa, más paranoica… Nos cerraron el mundo con lo que nos pasó y desgraciadamente los que sufren son mis hijos porque no son libres".

Desde la impunidad, hermanos y hermanas de la tragedia crecen pensando que el trabajo de sus padres procurar la justicia, viven dispuestos a sacrificar lo mismo que sus padres, en tanto pasen los años y las promesas de rendir cuentas sigan en el aire.

OMV

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