Con profunda nostalgia, un nudo en la garganta y lágrimas en sus ojos, el lagunero Martín Soto Ramírez de 58 años, asegura que no se cansa de pedirle a Dios que algún día le cumpla el milagro de conocer a su hermano menor, el cual fue regalado al nacer a una familia de buena posición económica, una vez que su madre perdiera la vida en el parto.
Martín, quien actualmente trabaja como oficial en el Poder Judicial y aparte labora como taxista en sus tiempos libres, se sinceró con MILENIO para relatar este trago amargo que ha vivido desde su niñez, entre otras experiencias no tan gratas, pero que de alguna manera lo ha hecho fuerte al paso del tiempo para seguir adelante en esta vida.
- Te recomendamos ¿Qué es "La Salida del Chamuco"? Tradición de Semana Santa que se extingue en ejidos de Coahuila Comunidad
"En mi casa fuimos cinco hermanas y tres hermanos, o bueno eso creo, mi hermano el mayor, cuando yo tengo uso de razón, el ya tenía 19 años, mi hermana mayor, tendría algunos 17 años, como todo niño, buscas identificar a papá y mamá, recuerdo que a él le decía papá y a mi hermana la mayor mamá, cuando empiezo a escuchar la historia, de que había otro hermano que era más chico que yo dos años tres meses, siempre nos quedamos con eso y así vivimos hasta la fecha", destacó.
Su madre murió cuando tenía 2 años y su padre al año siguiente
Martín contaba con tan sólo dos años de vida, cuando un día, su madre salió del hogar para dar a luz a su hermanito menor, pero ya nunca regresó debido a que murió en la plancha.
"Mi mamá muere en el parto, yo tenía dos años, un años después mi papá falleció de una congestión alcohólica y años después muere mi hermano mayor de una pulmonía fulminante, yo tenía seis años, y así pasó el tiempo, mi hermana a la que le decía mamá, contaba que un día llegó mi abuela paterna, cuando falleció mi papá, y nos separó, a dos de mis hermanas les dijo, tú te vas con una tía, tú te quedas aquí, tú te quedas acá, y nos repartieron a toda la familia, a ellas se las llevaron a Durango pero después regresó una de ellas y ya no se quiso ir", indicó.
Asegura que desde que tuvo uso de razón su familia estuvo muy cerca de la muerte, pero a pesar de los tragos amargos que experimentaron, él siempre se hizo a un lado de los malos pasos.
"Vivíamos en la colonia Vencedora, posteriormente nos fuimos a la Vicente Guerrero, luego a la Braulio, pero nunca me interesó ni el alcohol, ni las drogas", mencionó.
La culpa en contra de su abuela paterna siempre estuvo presente entre sus hermanos, sin embargo, Martín compartió que nunca guardó malos recuerdos y mucho menos rencor contra ella ni contra nadie.
"Yo siempre guardo bonitos recuerdos de mi abuela, yo decía, son decisiones que tomó y sólo ella supo, nunca la juzgué, creo que tomó la mejor decisión, no entiendo por qué los demás viven con ese recuerdo", opinó.
Su madre presentía que moriría en el parto y así fue
Al cuestionarle quién tomó la decisión de regalar al bebé a una familia de buena posición económica, compartió Martín que su mamá padeció la situación del alcoholismo de su papá, ella era muy luchista, le cuentan que hacía gorditas, vendía empanadas, lavaba ropa ajena, pero ya estaba enferma y presentía que ya no iba a poder hacerse cargo del recién nacido, ahí entre sus actividades que realizaba, creen que fue donde conoció a las personas a las que les regaló al niño.
"Ella ya sabía que iba a pasar algo y cuando muere, mi papá le dijo a los mayores que no buscaran al niño, que estaba bien con una familia", respondió.
Soto Ramírez recuerda con mucho cariño a sus padres, al igual que a sus hermanos fallecidos y a los que viven, por lo que no pierde la esperanza de algún día encontrar al hermano que no conoció.
"Mis padres se llamaban Santiago Soto y Amparo Ramírez Rosales y mis hermanos Juan Manuel, Carmen, María del Pilar, Esperanza y Dora, yo le decía a mi hermana mayor, cuando vivía, que por qué nunca buscaron a nuestro hermanito y ella me dijo que fue un tema donde mi papá exigió que no lo buscáramos, simplemente fue eso, un acuerdo con esa familia a la que se lo dieron y así crecimos, así se quedó todo, a veces juzgamos mal a las personas, no sabemos si algún día a él le dijeron la verdad o tal vez él se quedó con la mala imagen de que mi mamá me regaló, nunca sabes qué hay detrás", reiteró.
Su hermano nació justo en la nevada del 67
Recordó que una vez su hermana mayor dijo que vagamente se le vino a la mente que después de la muerte de su papá, fueron a una casa cerca de la Parroquia de Los Ángeles, en la colonia Los Ángeles de Torreón, a media cuadra de la calzada Colón, donde vivía la familia que se hizo cargo tanto del sepelio de su madre como del de su padre.
"Yo siento que por ahí debió haber quedado el niño, decía mi hermana que se veían juguetes, un triciclo, en la cochera de aquella casa antigua y suponían que ahí estaba el niño, pero luego fallecieron mis hermanos mayores, los demás estábamos muy chicos, pero cuando nació mi hermanito y paso el detalle de que lo dieron a esa familia, fue justo en la nevada de 1967, en esos días fríos que nevó en Torreón, entre el dos y seis de enero, ahorita, si es que vive, espero que sí, ha de tener 56 años de edad", refirió.
Conforme pasó el tiempo, asegura Martín que en su adolescencia llegó por su propia cuenta al internado que se ubicaba sobre la Ildefonso Fuentes y avenida Allende, justo donde actualmente se encuentra la empresa Multimedios, con la intención de no perderse con el mundo de afuera.
"Recuerdo que tenía como 13 años, llegué por mi propia voluntad y me dijo la directora, la señorita Cobián, 'por qué quieres estar aquí', le dije 'porque si estoy afuera me voy a perder', siempre puse distancia a lo malo, ahí era un asilo para niños, conocí a muchos, pero la directora siempre me dijo 'si un día te quieres ir, las puertas están abiertas', fuimos creciendo y fueron parando las muertes, ya yo me casé, tengo a mis tres hijas, a quienes les di una carrera profesional", señaló.
Actualmente, a Martín le sobreviven sus hermanas, Pilar, Esperanza y Dora, así como el que les falta, pues tiene el deseo y la ilusión de encontrarlo.
"Como somos una familia que nos separaron, hemos convivido muy poco, pero las veces que nos vemos, nos vemos con mucho gusto, sólo Pilar y yo vivimos aquí en Torreón, otra hermana vive en Juárez y la otra en Los Ángeles, y cuando nos vemos el punto de reunión es Juárez, mi papá fue sepultado aquí en Torreón y mi mamá en un ranchito que se llama El Pilar", agregó.
A pesar del sufrimiento que ha padecido desde niño, el lagunero con voz firme aseguró que la muerte, quien siempre estuvo rondando a su familia, nunca lo doblegó porque siempre convivió con ella, pero sobre todo, agradece a Dios que nunca lo ha soltado de su mano.
"Creo en Dios, nunca me abandonó mi Dios, gracias a una buena vecina que siempre me arrimó a las cosas de Él, siempre he sido un hombre de bien, que respeta a la mujer, nunca he guardado resentimientos, maduré desde muy niño, estudié hasta la preparatoria, me tocó vivir una etapa muy dura, pero te forma un carácter", recordó.
La vida continúa y Martín seguirá como siempre, echándole ganas a todo lo que realiza, al cuestionarle en estos momentos qué le pediría a Dios, contestó después de un suspiro profundo.
"Que mis hijas se realicen en su profesión, vivir para mis nietos, el deseo de volver a ver a mi madre porque no la recuerdo mucho, era muy pequeñito y llegar a conocer a ese hermano que me falta, si alguien sabe algo que me lo haga saber y que él sepa que nunca hemos dejado de buscarlo".
GERR