Con una cámara que le pasó su papá, Humberto Amaya comenzó con lo que sería el oficio de su vida... contar historias desde una imagen en la Basílica de Guadalupe.
Y es que hace casi 40 años comenzó a tomar fotos en bodas y fiestas de 15 años, luego se acercó al área de la Basílica.
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Al llegar a la zona del Santuario guadalupano no contaba con permiso para ofrecer sus servicios, por eso aprovechaba las mañanas, cuando todavía no había competencia para instalarse.
“Llegué por la inquietud, porque igual que todos los jóvenes llegué a ver cómo estaba el rollo, veía fotógrafos, aquí había dos fotógrafos en esa época, pero ahorita ya los dos fallecieron”.
“(En esa época yo) llegaba y cuál sería mi sorpresa que para la hora que ellos comenzaban a tomar fotos, a las 10:00, yo ya traía el chivo, en aquellos años, ahorita no, porque hay muchos celulares. Yo venía temprano y ya para cuando llegaban ellos, yo guardaba mi cámara y todo el día aquí platicaba hasta que pasaron unos tres meses y me invitaron al sindicato, y ya me puse a trabajar con ellos . Ya van más de 20 años continuos, aunque en total ya son como 40 años”.
Aunque sabe que tiene competencia con los celulares, Humberto no se desanima, pues sabe que durante la temporada decembrina el trabajo en la Basílica se incrementa.
“La temporada buena es de seis meses de trabajo y seis de muy poquito, por decir algo, en noviembre y diciembre aquí hay mucho trabajo y en tiempo de calor, abril, mayo y junio, tengo mucho trabajo en un deportivo (...). “Ahorita yo me imagino que toman la foto digital y todos se la van a compartir, pero a la hora de que la quieran imprimir yo les voy a ganar con mi cámara”, finalizó.