Un número no muy significativo de personas de origen húngaro llegaron a México en la década de 1920, redirigidos por las puertas cerradas en Estados Unidos, las personas que arribaron podrían definirse principalmente por su gran heterogeneidad.
Las familias nómadas de húngaros se asentaron en la Huasteca potosina y en ciudades como El Mante, González y Ciudad Victoria en los años ochenta y finales de los noventas.
Ramón cuenta a Milenio Tamaulipas que en aquellos años las caravanas de familias de húngaros nómadas se trasladaban al municipio de Ocampo en Tamaulipas, proveniente de otras ciudades cercanas o rancherías.
“Se caracterizaban por que las mujeres usaban faldas largas y de colores con muchas joyas colgando en el cuello y en sus manos, se maquillaban mucho y tenían ojos de color.
Incluso hablaban una lengua desconocida para todas las personas del pueblo y ofrecían lecturas de mano, según te adivinaban en el futuro o te decían en donde tendrías suerte, si la cosecha daría la venta esperada y además compraban animales como gallinas o marranos”.
Los húngaros llevaron el cine al pueblo, en la actualidad no existe un centro comercial o de entretenimiento, por esta razón, en esos años la sensación era asistir a las noches de cine.
“Cuando ponían las películas en la ciudad las hacían en el campo de la colonia y eran películas de cine mexicano, entonces a mitad de película siempre cortaban para cobrar y que uno pudiera ver la película completa pedían que fuéramos con nuestras propias sillas o botanas, porque ellos solamente proyectaban la película en una lona blanca” mencionó Ramon.
Los mitos de la llegada de los gitanos al pueblo
“Muchos decían que cuando llegaban los húngaros a la ciudad teníamos que amarrar los puercos los perros o las gallinas porque ya habían llegado los gitanos y se los podían llevar, esto debido que alguna vez alguno llegó a la robarse a algún animal y es por eso que mencionaban esa famosa frase cada que llegaban”.
Las personas de las caravanas, cuando llegaban a las casas del pueblo también pedían artículos electrodomésticos, como planchas y licuadoras siempre regateando y negociando a forma de trueque, aseguran que incluso llegaron a ser hipnotizados por las damas gitanas para llevarse electrodomésticos y no regresarlos.
“Las mujeres gitanas paseaban por las plazas del pueblo seduciendo a los hombres para que las invitaran una cerveza, al final las mujeres llevaban a los campesinos a sus campers o tráiler, donde al final de su borrachera al caer en los encantos de las mujeres perdían todo su salario en ellas”.
Las mujeres más grandes de esas tribus se acercaban a las familias del pueblo para realizar lecturas de cartas y tarot, predecían el futuro con leer tu mano y daban recetas o hechizos para conseguir trabajo o el amor.
Ramón mencionó que por lo regular se asentaban en las zonas más marginadas del pueblo incluso ocupaban campos de fútbol que quedaban en el abandono, ahí establecieron sus circos donde ofrecían acrobacias por las tardes y en las noches funciones de cine para adultos.
“Al principio cuentan los más grandes que generaban temor y desconfianza por su manera de vestir como vagabundos, hacían creer a las demás personas que robaban niños y algunos otros animales”
Razón por la que causaba temor pasar cerca de su caravana o incluso las familias colocaban doble candado a las puertas y amarraban bien a sus animales como perros, caballos y gallinas” recordó Ramón.
Con el paso del tiempo y de los años nos dimos cuenta que solamente era su forma de ser y de vestir, su estilo de vida y nunca se comprobó que realmente robaran algo. Después se corrió el rumor de que se fueron del estado en busca de nuevos horizontes y otros dicen que se asentaron en estado de Nuevo León.