Desde hace 10 años, las comunidades de la Ribera de Chapala en Poncitlán, como San Pedro Itzicán, Agua Caliente y Mezcala, no dejan el luto. Mes tras mes son más las risas y las miradas que faltan entre las calles y en las casas de los habitantes: la enfermedad renal, arrebata sin piedad la vida de niños, jóvenes y adultos.
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Tales son los casos de Diana, una menor de 13 años, Karina de 20 y Gustavo de 24, este último fallecido el pasado miércoles 27 de mayo, en el poblado de Agua Caliente.
La menor de edad luchó desde 2016 con la insuficiencia renal. A la edad de nueve años se le detectó la enfermedad y, a pesar de recibir el trasplante de riñón, tuvo complicaciones que le quitaron la vida.
El papá de Diana contó: “Sí fue trasplantada y a los seis meses empezó el rechazo y ya de ahí empezó con males muy frecuentes y ya fue hasta que se terminó su resistencia de sobrevivir”.
A tres semanas de su muerte, sus padres lloran a lágrima viva la partida de su pequeña y comparten que la enfermedad hizo sufrir mucho a su hija. Fue un proceso doloroso para la familia.
Sin embargo, continúan en lucha, pues Marisol, otra de sus hijas, también sufre de insuficiencia renal y, al igual que Diana, ella recibió trasplante de riñón, el cual le donó su hermano.
Karina murió la semana pasada y, al igual que Gustavo, han dejado un vacío eterno entre las calles empedradas de Agua Caliente y San Pedro Itzicán. Sin embargo, la muerte de muchos de los pobladores de las tres comunidades han dejado huella en el vida de otros que recorren el mismo sendero.
Al sumarse a la lucha para exigir visibilidad, pues la indiferencia de los tres niveles de gobierno los mata.
“Se mueren a veces por falta de recursos, servicios de salud, pero por otra parte porque se dejan vencer por la enfermedad. A veces no llega a tiempo la ambulancia y se han muerto varios jóvenes. Se ponen malos en la noche o algo y tardan o, simplemente, dicen que no hay o no están en servicio”, dijo José Regino Rivera Solano, enfermo renal de San Pedro Itzicán.
Hace un año y cuatro meses le detectaron insuficiencia renal en etapa cuatro a José, quien a sus 24 años estudia la licenciatura en pedagogía.
Con gran optimismo enfrenta la enfermedad, pues para él muchos de los jóvenes decaen fácil emocionalmente. Lo que termina afectando su salud y acelera su muerte.
Sin embargo, algo que golpea fuertemente la estabilidad emocional y física de José y de cualquier poblador que padece la enfermedad, es el no tener la opción de recibir la diálisis o hemodiálisis. “Pues sí se pone como decaído o preocupado porque allá le dicen que no se debe de quedar sin hacerse su lavado. Cuando no va, se siente mal y ya después conseguimos dinero o también le decían que fuera y que ya después lo pagara”, explicó Antonia Solano Gutiérrez, madre de José.
Mayo cerró con tres muertes irremplazables en los corazones de los habitantes, mientras que para el gobierno se suman a las cifras de defunciones por enfermedad renal.
Por si fuera poco, con la emergencia sanitaria por el coronavirus, los tratamientos para los enfermos renales de San Pedro Itzicán, Mezcala y Agua Caliente se vieron reducidos.
Desde hace más de un decenio, los pobladores han solicitado a los tres niveles de gobierno la creación de un hospital o centro de salud especializado para evitar el traslado de los que padecen de la enfermedad hasta el municipio de Guadalajara.
“No tenemos aquí en la cabecera municipal o aquí en Ocotlán un lugar para que ellos se hagan sus hemodiálisis. El problema es que ellos tienen que viajar a la ciudad de Guadalajara y, a veces, ellos comentaban que no había acceso para ellos, me imagino que allá en los hospitales temían que ellos se contagiaran”, comentó Anita Torres Guerrero, coordinadora de la brigada estatal de Protección Civil de Chapala.
A pesar de que Jalisco es el estado, a escala nacional, con mayor número de personas que requieren de diálisis o hemodiálisis para mantener la función del riñón, en las etapas 3 y 4 de la enfermedad, de un total de cinco fases, aún no han adaptado o dispuesto hospitales para brindar la atención médica especializada, como sucedió con la enfermedad del coronavirus, así lo compartieron los pobladores de la zona.
Ellos son testigos de cómo la falta de atención hospitalaria y de emergencias en la zona, equipo como ambulancias y materiales médicos, arrebatan la posibilidad de vida o recuperación de sus amigos, vecinos, familiares y conocidos. “Necesitamos urgentemente una ambulancia porque muchas personas y no solo enfermos renales, también mujeres embarazadas o enfermas que necesitan salir de emergencia”, agregó Torres Guerrero.
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La enfermedad renal en la entidad es la segunda causa de muerte en Jalisco y, a pesar de ser así, no se ha dispuesto ni el tiempo, ni dinero, ni recursos como se hizo con el covid-19, por lo que los pobladores esperan que las autoridades estatales accionen de manera independiente al gobierno federal, como lo ha demostrado en otras circunstancias.
Por años han solicitado ayuda y atención médica, a gritos, con silencios, a través de escritos y con la tristeza y la rabia que dejan las muertes se suman mes con mes en los tres poblados, sin obtener respuesta.
No hace más de cuatro meses, la Secretaría de Salud Jalisco mandó a un médico para brindar atención de lunes a viernes de 8:00 de la mañana a 8:00 de la noche entre las comunidades de la Ribera, sin embargo, no es suficiente ante la demanda y la necesidad de las personas. Además de que los fines de semana no se brinda servicio
JMH