Los migrantes centroamericanos no viajan solos por México, la mayoría son acompañados por historias de dolor, hechos que marcarán sus vidas para siempre.
José Domingo Martínez Osorio, nació en Veracruz, pero como sus padres eran de Guatemala migró desde muy joven al sur.
La pobreza lo obligó a salir del país que lo vio crecer, junto con cientos de personas nacidas en Honduras y El Salvador.
Se unió a la caravana migrante, ha caminado miles de kilómetros por estados como Chiapas, Veracruz, Querétaro y la Ciudad de México fue en esta última entidad donde José Domingo se puso a trabajar en la calle para sacar dinero como hombre lanza llamas.
La falta de experiencia le cobró factura. Al estar lanzando fuego por la boca tras haber ingerido gasolina se quemó el rostro y las vías respiratorias, pero la necesidad de salir adelante lo obligó a continuar el trayecto hacia Estados Unidos.
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Se cubrió el rostro con una playera y avanzó con la caravana soportando los ardores producto de las quemaduras.
Al llegar a Jalisco procedente de Irapuato, Guanajuato, trabajadores de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos detectaron que venía lesionado.
De inmediato José fue separado de la caravana para ser asistido por paramédicos.
En un principio se negó a recibir ayuda médica, pero fue convencido por los rescatistas; fue subido a una ambulancia y trasladado al Instituto Jalisciense de Cirugía Reconstructiva, su estado de salud se considera grave.
José Domingo Martínez Osorio asegura que no tiene familia ni amigos que lo puedan asistir, solamente confía en sus compañeros de viaje; los migrantes que ha conocido durante su peregrinar a quienes considera hermanos, no de sangre, pero sí de sueños.
GPE