Es el patio del Centro Penitenciario y de Reinserción Social de Ixtlahuaca donde los reos se organizan un año más para prevalecer la tradición eclesiástica de la representación del viacrucis en este Viernes Santo.
Son más de 70 internos quienes participan en escena y en este 2023 cumple su edición número 48, pero aseguran que quedará impregnada como una actividad permanente dada la devoción que tienen hacia la fe católica.
Michel Ariel interpreta a Jesús de Nazaret y tiene bien memorizado cada uno de sus diálogos. El calor seco que azota el patio central del penal a medio día no le impide que se entregue en cuerpo y alma para transmitir la emotividad de su personaje; él sigue firme en su papel.
“Pues es una satisfacción muy grande, ya que independientemente donde estoy se nos da la oportunidad de representar algo tan importante, algo que está relacionado con la fe, un poquito más allá de lo que conocemos”.
Con mirada firme ve al cielo y regresa a sus compañeros, quienes también están concentrados en sus personajes. Toca pasar lo más difícil, tratar de representar el sufrimiento de Cristo. Ariel carga la cruz, mientras los soldados romanos lo azotan.
“Más que nada es disciplina, es compromiso, es sentir realmente lo que uno está haciendo, lejos del compromiso social, con el ser humano, es con Dios”.
Con golpes reales, su expresión en cada azote lo refleja. Está a punto de desvanecer, pero regresa en su papel y levanta los hombros para seguir el castigo; su compañero, el soldado que lo agredió, también está en su personaje y los azotes son con fuerza.
Agotado, Ariel permanece en el suelo, mientras que los soldados traen la cruz en la que será crucificado junto con Dimas y Gestas.
Con unas cuerdas, los custodios ayudan desde arriba a levantar las cruces con los tres personajes. En ese momento, Ariel vuelve a mirar al cielo y se mantiene seguro, no se arrepiente de ser elegido para representar a Cristo, pues su fe es grande.
Para él, representar a Cristo significa mucho, es aferrarse a la fe, a la esperanza de salir pronto de prisión, pues lleva ocho años y 11 meses de una sentencia de 40 años por extorsión agravada, delito que afirma no haber cometido.
“Ellos me sentencian por extorsión agravada, cuando fue una riña, incluso un intento de homicidio, si se hubiera demandado lo que realmente se hizo, hubiera sido en el peor caso intento de homicidio”.
Poncio Pilato
Mientras Jesús de Nazaret continúa en la cruz, Poncio Pilato lo ve desde abajo, y es Jesús Felipe quien da vida a este personaje. Felipe es un apasionado de la actuación, lleva dos años en prisión de una sentencia de 15 por violación.
“Por el delito de violación, Dios y yo sabemos cómo están las cosas, decir algo está de más”.
Al igual que sus compañeros, Felipe se preparó bien. Fueron dos meses de dos horas diarias de ensayos para llegar a este día. Él está feliz.
“Es una experiencia que jamás en la vida voy a olvidar, yo creo mucho en Dios y me llama mucho la atención hacer esto fue un poco pesado porque eran los ensayos diario, entonces sí fue algo pesado, pero gracias a Dios todo salió bien”.
Se ve sonriente. Mira a sus compañeros alrededor y se siente orgulloso del trabajo que han hecho, pero sobre todo se siente orgulloso de sí mismo, pues está cumpliendo otra meta, aunado a que en el penal también cursa la escuela y trabaja.
“Estoy terminando mi escuela. No tenía primaria, ya la terminé y estoy empezando la secundaria y aquí trabajo, hago cinturones, carteras, lo relacionado a la piel”.
La mayoría están atentos a los últimos momentos de vida de Jesús de Nazaret, pero Felipe está observando las miradas de los que están presenciando la actuación, que son autoridades penitenciarias, compañeros y los medios de comunicación, y es que espera que se lleven una buena impresión del trabajo que hizo con sus compañeros, pues son las personas más cercanas a él, pues no tiene familia.
“No tengo familia, estoy solo, bueno Dios está conmigo. Mis papás ya murieron, uno de mis hermanos igual ya murió, está uno de mis hermanos, pero está en sus cosas”.
Judas
El hijo de Dios está a punto de morir y en ese momento se acerca Judas Iscariote, está arrepentido. Corre con los sumos sacerdotes para regresar las 30 monedas de plata que le dieron por entregar a Jesús. Judas, quien es interpretado por Alan Eduardo, asegura que ha cometido un grave error.
“Representar no importa el papel que sea, es para no olvidar que existe un ser supremo y que no importa donde estemos y en condición en la que nos encontremos, es esperanza para mí”.
Después de entregar las monedas y ver que aún así Jesús está por dar su último aliento, Judas decide quitarse la vida y se ahorcó de un árbol. Una escena que Alan nunca había hecho, pues es la primera vez que personifica a Judas.
“Yo llevo con esta la cuarta participación. Es la primera vez que soy Judas, anteriormente fue Cristo”.
Al igual que Felipe, él perdió a su familia. Lleva 18 años en prisión por una condena de 70 años por homicidio. Estar tras las rejas ha sido lo más difícil, pero estos momentos de fe y unidad le hacen no perder la esperanza de salir algún día de la cárcel.
“Yo siempre he tenido paz en mi corazón. No cometí el delito, estoy intentando luchar, porque a través de los años yo he perdido a mi familia, han fallecido mi papá y mi mamá”.
Ha muerto Jesús de Nazaret, ha muerto Judas. Las profecías se han cumplido. María llora la muerte de su hijo, mientras que los apóstoles piden el cuerpo de Jesús para darle sepultura, pero tres días después Cristo resucita y regresa al cielo, así acaba esta cuadragésima octava representación del viacrucis en el penal de Ixtlahuaca.
MbG