Ix Cuinan Tlazolteotl, la diosa que protege a Altamira

Ahora es exhibida en el palacio municipal de Altamira, pero desde su hallazgo la pieza guarda una historia interesante, que muy pocos conocen.

Ix Cuinan Tlazolteotl, la diosa que protege a Altamira
Anahy Meza
Altamira /

Ix Cuinan, la diosa que cuida Altamira, a ella se le atribuye la divinidad de alejar todo lo malo de la ciudad y que sus tierras, además de sus aguas, sean prósperas, sin embargo pese a la importancia de la figura, su monolito descanso por dos años en una casa de seguridad, pues no había un lugar adecuado para resguardarlo, hasta que en el 2017 se le instaló en el palacio municipal.

Su monolito, que mide 2 metros 8 centímetros, es el más grande que se ha encontrado en el municipio y junto con otras piezas que se han encontrado, representa los vestigios de la vida aldeana de la huasteca prehispánica.

Ahora es exhibida en el palacio municipal de Altamira, pero desde su hallazgo la pieza guarda una historia interesante, que muy pocos conocen.

Ix Cuinan Tlazolteotl, la diosa que protege a Altamira

Francisco Castellanos Saucedo, cronista de la ciudad, explicó que la diosa fue tan importante para la cultura primitiva que habitó Altamira, que se replica en figuras más pequeñas por toda la región.

“Le llamaban a Diosa de la inmundicia o la Fertilidad, pero en el sentido de que absorbía todo lo malo, que da fertilidad es una leyenda que muchas mujeres creen, que le da un extra a la historia, se habla de una fertilidad, pero de la fertilidad de la que se habla es la de la tierra, pero uno de los sentidos que se le daba es que absorbía lo malo”.

Es por esta razón que en la ciudad se tiene la creencia que la diosa aleja las grandes desgracias, y hace su tierra fértil pese a las fuertes sequías.

La pieza data del año 600 Después de Cristo, el cronista de la ciudad tiene registrado su hallazgo en 1989, en el cerro de la Palma del ejido Esteros.

Fue un hombre dedicado al campo el que la encontró en su terreno, Gregorio González Nájera, “Don Goyo”, le decían sus vecinos, que primero pensó se trataba de una piedra enterrada en su parcela, pero al tratar de sacarla se dio cuenta que era una pieza arqueológica.

Hay varias versiones sobre lo que ocurrió después, hay quienes cuentan que hasta llegó el ejército para que el señor entregará la pieza al Instituto Nacional de Antropología e Historia, sin embargo los que lo conocieron han negado que “Don Goyo” tenía intención de hacer algo con el monolito.

Fue exhibida por 11 años en el Palacio de Gobierno en Ciudad Victoria , luego la figura regresó a Altamira donde fue colocada en el Museo José Reyes Meza, donde permaneció seis años, sin embargo este espacio que se encontraba abajo del kiosco de la plaza principal de la ciudad, se inundaba y tuvo que ser cerrado; las piezas que ahí estaban fueron resguardadas en el 2008, en una casa de seguridad, indicó Lucero Zaleta, directora de Cultura en aquel entonces, un domicilio ubicado en el Fraccionamiento Privada Santiago del centro de la ciudad, un lugar que fue avalado por el INAH.

En ese entonces hubo versiones de que el monolito había desaparecido, versión que fue desmentida en el 2010 cuando los vestigios se rezaron para ser resguardados en el palacio municipal.

Fue hasta el 2017 que la diosa fue exhibida y se estableció que se quedará permanente en el palacio de Altamira.

El monolito ha sido restaurado por expertos, pues se fracturó de su base.

En una loma situada frente a la playa Tesoro, en Altamira, a un costado de la carretera se identificó que hábito una aldea prehispánica poblada entre el año 900 a.C. y hasta el 200 d.C., que podría ser las primeras evidencias biológicas del origen étnico de los huastecos.

Chak Pet fue una aldea de la región septentrional de la Huasteca, una aldea costeña que inicia hace aproximadamente dos mil 900 años y terminó su periodo en el 200 después de Cristo”, explicó Gustavo Alberto Ramírez Castilla, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que estuvo trabajando en los sitios donde encontraron los testigos en la ciudad.

Francisco Castellanos Saucedo, cronista de la ciudad, explicó que desde la fundación de Altamira se ha hablado del hallazgo de piezas arqueológicas.

“Fue a finales del siglo XVIII principios del XIX cuando Alejandro Prieto Quintero, un altamirense que fue dos veces gobernador en Tamaulipas, también hace descripciones de Cues de Palmas Altas, una comunidad a orillas del río Tamesí a la que solo se puede llegar viajando 40 minutos en lancha, y ahí si actualmente uno va a visitar y pudiéramos tener acceso a una excavación vamos a encontrar vestigios de cerámica principalmente”.

VLSS

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