Elizabeth Jiménez endereza su frente y porta con orgullo un quexquémetl otomí, con bordados únicos hechos por artesanas indígenas del Valle del Mezquital. Todos los días aboga por una causa, trabaja para dar a conocer las bellezas de su municipio, Ixmiquilpan, proyecta la marca Otomíes y promueve la artesanía y cultura de su comunidad.
Su carácter es preciso, sin titubeos y asegura que la mujer indígena debe continuar en su proceso para “ser ejemplares” y continuar en la lucha porque las nuevas generaciones sigan adelante, estudiando y preparándose para crear una comunidad más fuerte, y mujeres con mayor seguridad.
“Las mujeres indígenas hemos aprendido a no buscar el reconocimiento, ni el respeto de los que están alrededor sino el propio, porque si nosotros nos respetamos, si nuestra estima está bien, deberá ser un orgullo personal y lo otro, es que este amor propio tampoco debe estar encima de nadie y no minimizar, sino en equilibrio todo”, indica.
Cuenta que esta personalidad es un poco de naturaleza y un mucho de lo que aprendió de su padre, José Ofelio Jiménez, un gestor social de Ixmiquilpan al que le arrebataron la vida por su lucha social dentro del municipio, “pero de él aprendimos a defendernos y a nunca permitir que nos minimizaran”.
Recuerda que, siendo un buen boxeador, - que, hasta el mismo José Guadalupe Pintor, conocido como Lupe Pintor, ex boxeador y campeón de peso gallo en los años 80 – lo buscaba para tener encuentros de boxeo, así que, con esta característica, su padre la enseñó a defenderse y gracias a eso, se defendió desde pequeña de las injusticias.
“Recuerdo que en Día de Reyes me habían traído una muñeca y la llevé a la escuela y ahí, un compañero me la arrebató y de un jalón, le quitó la cabeza. Mi coraje fue tanto que me salió la fuerza para darle una patada en la espinilla y desquitar mi frustración hasta ese acto”, dice.
Recuerda que Ixmiquilpan, décadas atrás, era un lugar con pobreza por lo que muchos hombres decidieron migrar; actualmente la situación ha cambiado y asegura que las nuevas generaciones están viendo mayores oportunidades de crecimiento dentro del municipio y, las mujeres otomíes están buscando alternativas de superación, desde el empresariado hasta los estudios, como su hija Sharon Elizabeth.
“Ella ha crecido viendo la lucha de su madre, de muchas mujeres en Ixmiquilpan y acaba de hacer su examen para entrar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y así, muchas otras jóvenes han hecho lo propio para entrar a la Universidad de León, o al Politécnico, así como a la de Hidalgo, pero por desgracia, también vemos un crecimiento de consumo de drogas”, expuso.
Por su labor social y lucha por los derechos indígenas de su comunidad ha recibido amenazas, a las cuales no teme, “porque si algo aprendí de mi padre es a no darme por vencida, a dar más por mi comunidad, a defender los derechos indígenas y a ofrecer un espacio para proyectar la riqueza que existe en nuestra cultura”, expone la directora general de la revista Otomíes, que acaba de presentarse.
“A veces dicen que Ixmiquilpan es un municipio bronco, pero más bien es un municipio que ya no calla y que no permite ser minimizado. Somos indígenas y aprendimos a levantar la voz y estamos hartos de cacicazgo, de imposiciones, de que nos violenten nuestros derechos, y ahí también estamos incluidas las mujeres indígenas”, concluyó.