Los gigantes de Tala, una leyenda de Jalisco

Los llamaban quinametin que exigían ser servidos y alimentados, por lo que ahuyentaron a los pobladores indígenas.

Tala, Jalisco (Google Maps)
Guadalajara /

Las historias de las diferentes regiones de Jalisco son diversas, desde personajes que cayeron en desgracia hasta sucesos que no encuentran más explicación que un personaje divino.

En el libro Leyendas y personajes populares de Jalisco se pueden encontrar muy variadas historias que se cuentan en la entidad, es cual está disponible para descarga.

En esta ocasión te compartimos un relato de la época previa a la Colonia en palabras de José Rogelio Álvarez

Leyenda Los gigantes de Tala

Hay noticias también en la Nueva Galicia, de que hubo gigantes en ella después del diluvio, como en otras partes ha habido, que no quiero referir, porque basta para mi intento el traer a la memoria que en el pueblo de Tala, como a ocho leguas de la ciudad de Guadalajara, vivieron los gigantes, como contaba don Francisco Océlotl, indio principal y de mucha reputación y autoridad. El contaba a los españoles (en tiempo de la Conquista) que siendo de edad de veinte años, cincuenta antes que los españoles entrasen en la Nueva España, aparecieron en los valles de Tala hasta treinta hombres, que en la lengua mexicana llamaban quinametin, que quiere decir gigantes. Veintisiete eran varones y tres mujeres, y eran sus cuerpos de a treinta y cinco pies, según la medida que hizo el padre Villaseca, escultor famoso, cuando desenterraron sus cuerpos. Llegados que fueron a las poblaciones de Tala, hicieron alto en las ciénegas que hoy llaman Los Cuisillos, haciendas que son de don Zeledón (Celedonio) de Apodaca; vivían en el campo como bestias, excepto en tiempo de aguas, que tenían unas chozas para poder dormir y abrigarse acostados. Eran haraganes y glotones, y con su ferocidad sujetaban a los indios de aquel valle y les obligaron a que les sustentasen; para la comida de cada uno se amasaba una fanega de maíz, y cocían o asaban cuatro niños de a dos años; comían pescado, ratas, venados, jabalíes y, en lugar de verdura, cogollos de enea. Tenían para su servicio seis mil indios e indias; las armas que usaban eran unos bastones; eran de color amulatado; el cabello crespo y no muy crecido; poca barba; las orejas de más de a palmo, algo caídas y vellosas; la voz espantable y horrible, que su eco resonaba un cuarto de legua; cubríanse con hojas de palma; eran torpísimos en el andar, muy inclinados al pecado nefando. Con tan espantosos huéspedes, los indios fueron despoblando sus pueblos y retirándose a otras provincias, y como los gigantes se vieron solos y de suyo eran haraganes y comedores, fueron desfalleciendo y murieron veintiséis, y los unos a los otros se enterraban y cubrían los cuerpos de cal. Habiendo vivido en aquel valle tres años, quedaron cuatro de ellos, y por no acabar de perecer se fueron al pueblo de Tala, donde habían quedado muy pocos indios; sustentaron los dos días y por no tener huéspedes tan pesados y enfadosos, los encaminaron al pueblo de Ixtlán, tres leguas de donde ahora está fundada la ciudad de Guadalajara, y del pueblo de Ixtlán fueron al de Atemajac, pero los vecinos de él, como tenían noticia de cuan perjudiciales eran, determinaron de quitarles la vida. Para hacerlo a su salvo, juntaron más de veinte mil indios y fueron al Valle de Atemajac, donde los hallaron paciendo yerbas y raíces y los mataron; y a la fama de esta victoria acudieron infinitas gentes, y a pesar de estar los gigantes muertos, no se atrevían a acercarse a ellos. Los indios hicieron unos terraplenes altos y argamasados y en ellos los sepultaron, dejando en medio una concavidad, por donde los que iban a la guerra metían la mano derecha y velaban una noche las armas, y con esta diligencia quedaban armados caballeros para la milicia. Y fue refrán en aquellas provincias hasta el tiempo de nuestros españoles, que para atemorizar los indios e indias a sus hijuelos, les decían quinametin, al modo que los españoles suelen decir a los suyos, cuando lloran, mira el coco.

Tala un municipio para practicar ecoturismo

Además balnearios como Los Chorros de Tala, en este municipio hay manera de practicar deportes como senderismo y escalada debido a la cercanía del bosque La Primavera.

El municipio de Tala se localiza en la región Valles del estado de Jalisco, es considerado ciudad desde 1980.

SRN

  • Milenio Digital
  • digital@milenio.com
  • Noticias, análisis, opinión, cultura, deportes y entretenimiento en México y el mundo.

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.